QUINTANA ROO – 21 DE OCTUBRE DEL 2025 – INTERNACIONALES. Un golpe audaz y metódico ha sacudido al Museo del Louvre, donde un grupo de ladrones sustrajo en solo cuatro minutos una colección de joyas históricas de valor incalculable. Entre el impresionante botín se encuentra el broche relicario que contiene los renombrados diamantes de Mazarino, dos gemas históricas que el cardenal Mazarino obsequió al rey Luis XIV en el siglo XVII. Estas piedras, recuperadas por Napoleón III tras la Revolución Francesa, fueron engarzadas para su esposa, la emperatriz Eugenia de Montijo. La sustracción de este broche, un trabajo de la joyería Bapst, pone en evidencia la precisión de los asaltantes.

Un Tesoro Imperial: Las Joyas de Eugenia de Montijo
La mayoría de las alhajas robadas pertenecían a la colección personal de la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III. Los expertos, como la historiadora Margarita Pérez Grande, destacan que, aunque el valor material de estas piezas se mide en decenas de millones de euros, su valor patrimonial es «incalculable». Curiosamente, en su huida, los ladrones perdieron la corona de la emperatriz, una pieza monumental de 1855 con oro, diamantes y esmeraldas, diseñada por las firmas Lemonnier y Maheu, cuyo simbolismo remite al Imperio Romano.
El joyero de Eugenia de Montijo ha sido el principal afectado por la sustracción. Los ladrones se llevaron una hermosa diadema de perlas y diamantes, considerada la más antigua de la emperatriz española, datada en 1853 y firmada por Lemonnier. Esta tiara se distingue por sus perlas de altísima calidad, «prácticamente calibradas», que, según Pérez Grande, solo estaban al alcance de las cortes europeas de la época. También sustrajeron un llamativo broche en forma de lazo con diamantes, creación del joyero François Kramer, que se usaba como adorno de corpiño.
El robo no se limitó a las pertenencias de Eugenia de Montijo. La banda de atracadores también se llevó la alhaja más antigua de la colección: un collar de esmeraldas y sus pendientes a juego, datado en 1810. Esta pieza fue un regalo de bodas de Napoleón Bonaparte a su segunda esposa, María Luisa de Austria. La historiadora recuerda que este conjunto, conocido como «aderezo», fue recuperado por el Louvre en 2004 gracias a benefactores, lo que subraya la importancia de la pieza, cuya procedencia de esmeraldas es un misterio entre Colombia o la India.

Además, los ladrones sustrajeron un conjunto impresionante de diadema, collar y pendientes de zafiros de Ceilán (actual Sri Lanka). La particularidad de estas piedras azules radica en que «no están tratadas» para mejorar su color, indicativo de una calidad excepcional. Históricamente, este conjunto perteneció a Hortensia de Beauharnais, hija de la emperatriz Josefina y reina de Holanda, pasando luego a la esposa de Luis Felipe de Orleans, María Amelia de las Dos Sicilias, añadiendo un enorme peso dinástico y un valor de diamantes y gemas único.
Hipótesis de un Robo por Encargo
La rapidez y selectividad del hurto, que incluyó piezas históricas inconfundibles, refuerzan la hipótesis de que se trata de un robo por encargo, probablemente de alguien con «muchos recursos económicos». Los expertos coinciden en que estas joyas son «imposibles de comercializar» en el mercado abierto debido a su meticuloso inventario y su valor histórico. Mercedes de Miguel, directora de subastas Segre, señaló a RNE que si las piezas se trocean, pierden su valor exponencialmente, que se multiplica «por mil» por el factor histórico, más allá de la calidad material de los diamantes y las gemas.
Existen tres escenarios principales para este tipo de crímenes: un encargo para una colección privada que busca la desaparición total de las joyas; el desmontaje de las gemas para que las piedras, al carecer de «trazabilidad», se desvanezcan; o un robo para pedir un rescate. Esta última opción sería la más deseable para el patrimonio, ya que aseguraría que «las joyas volverían a aparecer íntegras», a diferencia de los otros escenarios donde la historia y el valor patrimonial de las diamantes y otras gemas se perderían para siempre.