QUINTANA ROO – 21 DE OCTUBRE DEL 2025 – INTERNACIONALES. El famoso Museo Louvre de París fue escenario de un audaz robo en la mañana del pasado domingo, desatando una ola de condenas y una intensa búsqueda. El atraco, ejecutado por un pequeño grupo de delincuentes encapuchados, duró tan solo siete minutos, un tiempo récord para llevarse algunas de las piezas más valiosas del patrimonio francés. Este robo pone en evidencia una gran falla de seguridad en uno de los museos más importantes y emblemáticos del mundo.
El Millonario Robo de la Colección Imperial
Los ladrones lograron acceder a la Galería Apolo, un espacio crucial que alberga colecciones históricas. Para entrar sin activar las alarmas principales, utilizaron un disquete especializado para cortar las ventanas. Además, se valieron de una plataforma elevadora para alcanzar el recinto mientras el museo estaba cerrado al público. El objetivo principal de este robo fue la colección de Napoleón III y la emperatriz Eugenia, de donde se sustrajeron nueve joyas, incluyendo un collar, un broche y una tiara.

La preocupación por el destino de estas joyas imperiales, consideradas de las más valiosas del mundo, crece con el paso de las horas. Los autores del crimen siguen prófugos, y expertos en arte y seguridad advierten que la alta clasificación y notoriedad de las piezas las hace prácticamente invendibles en el mercado legal. El historiador Pierre Branda, jefe de patrimonio de la Fundación Napoleón, lamentó el robo, asegurando que las piezas representan «el apogeo de Francia en el mundo» y que, en esencia, «es la historia de Francia la que está siendo robada».
Ante la imposibilidad de vender las joyas intactas –que contienen miles de diamantes, esmeraldas, zafiros, perlas y oro de 465 quilates– los expertos temen que los delincuentes opten por desmantelarlas. El detective de arte Arthur Brand señaló que la única forma en que podrían lucrarse sería «derretir la plata y el oro, desmantelar los diamantes, tratar de cortarlos». Advirtió con preocupación que, si esto sucede, las joyas «probablemente desaparecerán para siempre», y urgió a las autoridades a intensificar la «carrera contra el tiempo» para hallarlas.

La rápida recuperación de dos piezas clave, aunque dañadas, sugiere que los ladrones sintieron una presión inmediata o se percataron de lo invendible de su botín. La valiosa corona de la emperatriz Eugenia, compuesta por más de 1,000 diamantes y 56 esmeraldas, fue hallada en el exterior del museo y sufrió daños. Aunque una segunda pieza también fue recuperada, el presidente de la casa de subastas Drouot, Alexandre Giquello, insistió en que «lo ideal sería que los delincuentes se dieran cuenta de su delito […] y devolvieran los objetos», dada la nula posibilidad de venta en el mercado.
El robo del Louvre ha provocado una fuerte reacción en la clase política francesa. El ministro de Justicia, Gérald Darmanin, declaró que el incidente da una «imagen deplorable de Francia», mientras que Jordan Bardella, líder de Agrupación Nacional, lo calificó como una afrenta a la nación y un símbolo del «deterioro del Estado». Más allá del valor monetario –que se estima en varias decenas de millones de euros, incluso solo por la corona recuperada–, la pérdida es catalogada como una afectación al «patrimonio francés, pero incluso universal».







<


