
La histórica alianza de ocho décadas entre Canadá y Estados Unidos se encuentra en un punto crítico, y los ciudadanos canadienses están expresando su descontento de la manera más directa: cancelando sus viajes. Las amenazas de Donald Trump de convertir a Canadá en el estado 51, la imposición de aranceles a productos canadienses y, más recientemente, el relato de una actriz canadiense detenida y sometida a «tratos inhumanos» por el ICE, han catalizado un movimiento de «boicot» a EE.UU. Dejar de viajar al vecino del sur es la principal forma de protesta. Las cifras de la oficina nacional de estadísticas de Canadá ya muestran el impacto: una caída del 23% en los viajes en automóvil y del 13% en los viajes aéreos de residentes canadienses a EE.UU. en febrero de 2025, comparado con el año anterior.
La sensación de inseguridad y rechazo es palpable entre los canadienses. Viajeros como la periodista Kate Dingwall han cancelado sus planes vacacionales en EE.UU. por la «sensación de intranquilidad» y el temor a quedar «atrapada» en la frontera debido a las políticas de Trump. En la misma línea, el escritor Keith Serry suspendió sus espectáculos en Nueva York, afirmando que no se siente seguro viajando y tiene una «fuerte aversión a gastar mi dinero de cualquier manera que pueda ayudar a la economía de un país hostil». Este sentir se ha visto reforzado por el llamado del ex primer ministro Justin Trudeau a «elegir a Canadá» para las vacaciones de verano, sugiriendo un cambio de planes para quedarse en casa en lugar de viajar a destinos como Florida.

Turismo en Peligro: El Impacto Económico Inmediato
La U.S. Travel Association, que representa a la industria del turismo estadounidense, ha encendido las alarmas ante el boicot. Aunque es pronto para tener cifras definitivas, una reducción proyectada de solo el 10% de los viajeros canadienses significaría un impacto económico devastador. Esto se traduce en más de $2,000 millones de dólares que dejarían de gastarse anualmente en EE.UU. y la potencial pérdida de 14,000 empleos directos e indirectos. La firma Tourism Economics ya modificó drásticamente sus pronósticos de crecimiento para los viajes hacia EE.UU. en 2025, pasando de un aumento del 8.8% a una disminución del 5.1% debido a la «tensión en las relaciones diplomáticas» y los aranceles. La industria de la aviación ya muestra el impacto, con aerolíneas reduciendo en un 4.4% el número de asientos programados para vuelos entre ambos países.

Los «snowbirds», ese grupo de más de un millón de canadienses, en su mayoría jubilados, que viajan a estados cálidos como Florida y Arizona durante el invierno, son particularmente vulnerables. Una nueva orden de Trump ahora exige que los viajeros canadienses que ingresan por tierra se registren ante las autoridades después de 30 días, bajo amenaza de multas y enjuiciamiento. Esta medida complica la vida de quienes acostumbran a quedarse hasta seis meses sin visa. El sentimiento negativo en grupos de snowbirds es generalizado, con publicaciones que afirman no tener intención de volver a EE.UU. el próximo año. Para ellos, la asequibilidad y, sobre todo, la «facilidad de movimiento» son cruciales, y las nuevas restricciones están eliminando ese atractivo.
La Búsqueda de Destinos Alternativos para Viajar
El impacto del boicot va más allá de la actividad turística y amenaza con extenderse al sector inmobiliario, ya que los canadienses son los extranjeros que más propiedades compran en EE.UU. Curiosamente, esta situación de declive del turismo ocurre justo cuando EE.UU. disfrutaba de un crecimiento récord en el sector, con un impacto económico de $2.26 billones. Este contexto subraya la vulnerabilidad de la economía estadounidense a las tensiones políticas. Como lo resume un ciudadano canadiense, Amar Charles Marouf, la cancelación de viajes es una cuestión de valores: la dificultad de justificar la participación económica en un país cuyos valores de inclusión y derechos humanos se sienten «desfasados» con lo que ocurre en la frontera.
