
José Jerí Oré, recién ascendido a la Presidencia interina de Perú, ha inaugurado su mandato con una polémica que trasciende la política: su actividad en redes sociales. Apenas juró el cargo, se descubrió que el nuevo Presidente había iniciado una rápida «limpieza digital», dejando de seguir más de 300 cuentas en su perfil de Instagram. El hallazgo, revelado por usuarios y viralizado en minutos, puso de manifiesto que entre los perfiles eliminados se encontraban cuentas de contenido para adultos, lo que plantea serias dudas sobre la imagen y el juicio del nuevo jefe de Estado.
Este apresurado borrado no fue lo suficientemente rápido para ocultar que el nuevo Presidente había estado siguiendo perfiles como el de la actriz porno Mia Khalifa y los estudios de videos XXX, Brazzers. Este contraste entre la grave investidura constitucional y los intereses digitales del mandatario ha generado un torbellino de críticas. La opinión pública y los medios se preguntan si un líder político puede mantener una imagen de seriedad mientras tiene este tipo de actividad en plataformas públicas.

El «Espejo Sucio» del Nuevo Presidente
La controversia se agrava al conocerse que, incluso tras el esfuerzo de depuración, el perfil del nuevo Presidente aún mantiene en su lista de seguidos a numerosas modelos «voluptuosas y en ropas muy pequeñas». Este patrón de actividad en redes, considerado por muchos como inapropiado para un jefe de Estado, desvía la atención de los problemas cruciales que llevaron a su nombramiento. Perú exige un Presidente concentrado en la delincuencia y la crisis institucional, no en su vida digital.
La urgencia por un liderazgo serio contrasta fuertemente con la ligereza de esta polémica. El flamante Presidente José Jerí Oré, que prometió un «gobierno de transición» y declaró la «guerra al crimen», ahora se ve obligado a lidiar con el impacto de un escándalo que él mismo generó al intentar borrar su huella digital. La brecha entre el rol solemne de la Presidencia y la conducta online del individuo erosiona la confianza en un momento de extrema fragilidad para la política peruana.
