
Dos años de intensos combates han dejado a la Franja de Gaza sumida en una catástrofe humanitaria y física sin precedentes. La ofensiva de Israel, que incluyó una campaña de bombardeos y una invasión terrestre, se desató tras el ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023. El saldo es estremecedor: según el Ministerio de Salud dirigido por Hamás, más de 67.000 palestinos han muerto, casi la totalidad de los 2 millones de habitantes se ha visto forzada a desplazarse, y la ONU estima que la mayoría de las viviendas han sido dañadas o completamente destruidas, revelando la magnitud de la destrucción en el territorio.
La Franja de Gaza, con solo 41 kilómetros de largo y 10 de ancho, es una de las zonas más densamente pobladas del mundo. Hoy, la realidad es de colapso total. Más del 90% de las viviendas están afectadas, y los sistemas de salud, agua y saneamiento han dejado de funcionar. Expertos respaldados por la ONU ya han confirmado la hambruna en la Ciudad de Gaza, el corazón del territorio. Mientras Israel justifica su acción para destruir la capacidad militar de Hamás, una comisión de investigación de Naciones Unidas ha acusado a Israel de cometer genocidio contra los palestinos en Gaza, una denuncia que el Estado israelí ha rechazado de forma categórica y ha calificado de «falsa y distorsionada».

La Expansión Geográfica de la Devastación
Inicialmente, la campaña israelí se concentró en el norte de Gaza, argumentando que allí se escondían combatientes de Hamás entre la población civil, algo que el grupo islamista ha negado. Sin embargo, a medida que la guerra avanzaba, la destrucción se extendió de manera implacable. Distritos enteros han sido borrados del mapa, hospitales y mezquitas yacen en ruinas, y vastas extensiones de tierras agrícolas han sido reducidas a arena y escombros por el paso de tanques y vehículos pesados de las tropas israelíes. A pesar de las negaciones de Hamás, Israel insiste en que el grupo utiliza edificios civiles, como hospitales, con fines militares.
Las órdenes de evacuación y las «zonas de exclusión» impuestas por Israel han llevado al desplazamiento forzado de la población. Inicialmente, afectaron el norte de Gaza y Jan Yunis, pero con el tiempo se han ampliado drásticamente. Actualmente, la ONU reporta que las restricciones y órdenes de desplazamiento cubren ya el 82% de la Franja. Este cerco se ha visto agravado por el bloqueo a la ayuda humanitaria, que Israel implementó a principios de marzo, acusando a Hamás de apropiarse de los suministros. En consecuencia, las panaderías de la ONU han cerrado y los hospitales racionan desesperadamente analgésicos y antibióticos.
En mayo, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lanzó la ofensiva terrestre «Operación Carros de Gedeón», con el objetivo de liberar a los rehenes y «completar la derrota» del grupo armado palestino. La operación se centró en Rafah, Jan Yunis y el norte, pero en agosto Israel anunció planes para tomar y ocupar toda la Ciudad de Gaza, a la que calificó como el «último bastión» de Hamás. A la población restante en la Ciudad de Gaza, la parte más densamente poblada antes de la guerra, se le ordenó trasladarse al sur, a Al Mawasi, designada como «zona humanitaria», una zona que la ONU ya considera superpoblada e insegura.



