
El cierre de gobierno federal en Estados Unidos no es un evento inédito, pero el que se vive en octubre de 2025 ha adquirido un tono especialmente agrio y complicado. Las profundas rencillas entre demócratas y republicanos han estancado la aprobación de la ley de gasto, paralizando servicios clave y dejando a cerca de 750,000 empleados con licencia sin sueldo. Las fallas sistemáticas en las votaciones para superar el punto muerto reflejan una polarización extrema. A diferencia de ocasiones anteriores, cada bando —incluido el presidente Donald Trump— tiene motivaciones políticas muy arraigadas para no ceder, lo que augura un cierre de gobierno prolongado y con consecuencias más serias.
La Demanda Demócrata: Enfrentar a Trump y la Salud
Para el Partido Demócrata, este cierre de gobierno es más que una disputa presupuestaria; es una oportunidad para hacer contrapeso a la administración Trump. Tras ser criticado por ceder en leyes de gasto anteriores, el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, ha endurecido su postura. Los demócratas buscan no solo renovar los subsidios de salud que están a punto de expirar, un tema sensible para las familias estadounidenses, sino también controlar las órdenes ejecutivas de Donald Trump que restringen o cancelan fondos aprobados por el Congreso para programas de ayuda internacional. Negarse a apoyar la ley republicana les permite a los demócratas mostrar a sus bases que están listos para recuperar el control.

Oportunidad Republicana: Recortes y «Sanidad Fiscal»
Desde la Casa Blanca, el cierre de gobierno es visto abiertamente como una «oportunidad sin precedentes». El presidente Trump y sus asesores, como Russel Vought, han manifestado su intención de aprovechar la parálisis para imponer más recortes a la fuerza laboral federal. El mandatario ha amenazado con realizar despidos masivos para mantener solo los servicios esenciales, en lo que describe como la «penosa tarea» de sanidad fiscal y de evitar el derroche del dinero de los contribuyentes. De hecho, ya se ha suspendido el financiamiento federal para ciudades bajo liderazgo demócrata como Nueva York y Chicago, intensificando la presión política en medio del cierre de gobierno.
Un factor que agrava notablemente este episodio de cierre de gobierno es la casi inexistente confianza entre los dos partidos. Los cierres anteriores solían estar marcados por intensas conversaciones nocturnas en un intento frenético de restablecer los servicios, pero esta vez dominan los rencores. El fin de semana estuvo plagado de acusaciones mutuas: el presidente de la Cámara, Mike Johnson, culpó a los demócratas de no ser serios, mientras que Schumer hizo lo propio con los republicanos, rechazando su promesa de discutir subsidios de salud después de la reapertura. El ambiente se tensó aún más con una controvertida imagen publicada por Trump, que fue tildada de racista por los demócratas y rechazada por la Casa Blanca, mostrando la ruptura del diálogo.
