
La presidenta de Perú, Dina Boluarte, ha generado un fuerte debate en su país al abordar dos temas sensibles para la nación: el aumento de la inseguridad ciudadana y las amenazas de un paro nacional. En declaraciones directas, la mandataria intentó deslindarse de la responsabilidad por la creciente delincuencia, un problema que alarma a los peruanos, asegurando que «la criminalidad en el Perú no es mi culpa». Su argumento buscó relativizar la situación, indicando que «en otros países la delincuencia es mucho peor», y al mismo tiempo, descalificó las protestas, sentenciando que «un paro no va a solucionar nada». Este mensaje se da en medio de una profunda crisis de confianza en el gobierno.
¿Por Qué la Inseguridad es un Tema Tan Sensible en Perú?
La inseguridad ciudadana es, actualmente, una de las mayores preocupaciones para los peruanos, con una percepción generalizada de que la criminalidad ha escalado de manera alarmante. Este contexto es vital para entender la polémica. No se trata solo de robos menores; el país enfrenta un aumento de la delincuencia organizada, sicariato y extorsiones que afectan a la vida diaria de millones. La referencia de la presidenta a que la delincuencia es peor en otros países no ha sido bien recibida, pues muchos ciudadanos esperan soluciones concretas a los problemas que viven en sus propias calles, y no una simple comparación regional.
El hecho de que la presidenta Boluarte diga que «un paro no va a solucionar nada» se relaciona directamente con el contexto de gran inestabilidad política que vive Perú desde hace años. Las constantes protestas, a menudo violentas, han generado polarización y un desgaste social. Al desestimar el paro, la mandataria busca desalentar las movilizaciones que podrían poner en riesgo la ya frágil gobernabilidad, insistiendo en que el diálogo y la gestión son la vía, no las paralizaciones que afectan la economía y, paradójicamente, pueden exacerbar el caos que alimenta la criminalidad.
La Dimensión Regional de la Criminalidad
La justificación de Boluarte sobre que «en otros países la delincuencia es mucho peor» apunta a la realidad de una criminalidad de carácter regional que afecta a toda América Latina. Sin embargo, los expertos en seguridad señalan que en Perú, el problema se ha agravado notablemente debido a la delincuencia organizada transnacional. Grupos criminales internacionales han llegado al país, trayendo consigo métodos más violentos y sofisticados para el crimen organizado, lo cual ha elevado el índice de violencia percibida y real.
El contexto de esta crisis de inseguridad en Perú se agrava porque la criminalidad se ha vuelto un factor determinante en la pobreza. El aumento de la delincuencia, especialmente la extorsión a pequeños negocios y transportistas, frena la inversión local y la creación de empleo. Esto significa que la inseguridad no solo es un problema de seguridad pública, sino un grave obstáculo para la recuperación económica de miles de familias. Al deslindar responsabilidad, Boluarte ignora que la falta de control de la delincuencia por parte del Estado es, en sí misma, un generador de más pobreza y descontento social, lo que a su vez se convierte en un motor de las protestas que ella desestima.