Han pasado ya varios años desde que Diego Verdaguer partiera, pero el amor eterno que unió a Amanda Miguel con su esposo sigue vivo. En recientes declaraciones, la cantante habló sobre cómo comparte con sus nietos la historia que ella y Diego construyeron juntos, para que ellos comprendan el valor de ese vínculo que traspasa el tiempo. La pérdida duele, pero el recuerdo permanece y se convierte en enseñanza para las nuevas generaciones.
Amanda confesó que cada vez que se refiere al papá de sus hijos ante sus nietos les habla con ternura y sinceridad. “El nene conoce a su abuelo cuando canta, me dice: ‘Mi abuelito Diego que está en el cielo’”, dijo con emoción. Gracias a estas palabras, Lucca y Camila comienzan a imaginar la figura de su abuelo desde el amor, más allá de la ausencia física. Es una forma de mantener viva su presencia a través de relatos, fotografías y canciones.
Un legado emocional para los nietos
Aunque Diego no conoció mucho tiempo a Lucca ni pudo compartir con Camila en vida, Amanda se ha dedicado a que sus nietos sientan que él está cerca. Ella les muestra álbumes, habla de sus vivencias juntos y les repite que su relación fue de esas que no se olvidan. En redes sociales, la artista ha compartido fotos acompañadas de frases como: “Un amor nunca se apaga. Diego Verdaguer y yo siempre estaremos unidos aquí y en cada recuerdo”.
Durante la pandemia, Diego incluso participó en tendencias de redes sociales junto con Amanda, mostrando su sentido del humor y conexión con ella en medio de momentos difíciles. Al recordar eso, Amanda resalta lo humano y cercano que era: talentoso, carismático y capaz de reírse en familia. Con esos gestos, ella preserva la memoria de ese hombre no solo como mito, sino como persona entrañable.
Recuerdos de los últimos días
Amanda también habló con dolor sobre los momentos finales que vivieron juntos. En medio de la hospitalización, ella fue dada de alta antes que él y le suplicaba que resistiera para volver. “Yo lloraba y él me decía: ‘De verdad ya voy a salir’”, rememoró. En una entrevista compartida con su hija Ana Victoria, esta comentó lo difícil que fue para la familia perder a un pilar tan importante. Ana recordó que Diego tenía muchas ganas de abrazar más a su nieto, que quería disfrutar de esa etapa, pero la vida se adelantó.
El testimonio de Amanda y Ana Victoria revela una verdad difícil: cuando se pierde a alguien amado, el duelo se vive en múltiples frentes. Las expectativas truncadas, el lamento por momentos no vividos y la memoria como refugio se entrelazan en un proceso que no termina, solo transforma su forma de estar presente. En ese sentido, transmitir esa historia a sus nietos cumple una misión sanadora: que lo que ya no está siga enseñando.
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