
Un inusual y fascinante suceso ha capturado la atención mundial: un grupo de osos polares se ha apropiado de una estación de investigación polar abandonada, utilizándola como su nuevo refugio. La base, situada en una remota isla rusa en el mar de Chukotka, ahora sirve de hogar y lugar de descanso para estos majestuosos depredadores del Ártico. Este particular «arrendamiento» de propiedad fue documentado por el fotógrafo Vadim Majórov.
Majórov, que se encontraba viajando por la zona, descubrió la escena utilizando un dron. Las imágenes aéreas revelan cómo los osos polares se mueven con total naturalidad entre las estructuras desgastadas y oxidadas de la antigua estación. La base, establecida originalmente en 1943, fue cerrada definitivamente en 1992, quedando a merced del duro clima ártico y, ahora, de la fauna local. Los animales han integrado los edificios y equipos abandonados a su vida diaria.
El fotógrafo describió la curiosa reacción de los osos polares ante la presencia de su dron. Mientras algunos de los animales se mostraban completamente indiferentes al aparato volador, siguiendo con sus actividades de descanso y exploración, otros exhibieron un comportamiento más interactivo. Algunos ejemplares jóvenes incluso intentaron «jugar» con el dron, mostrando su curiosidad natural ante el objeto extraño que sobrevolaba su nuevo territorio.
La Estación Científica: De Puesto de Avanzada a Refugio de Osos Polares 🐻❄️
La estación de investigación, que operó por casi medio siglo, fue en su momento un puesto estratégico para la ciencia y la meteorología en el Ártico. Su abandono en 1992, tras el colapso de la Unión Soviética, la dejó como un vestigio de la historia de la Guerra Fría y la exploración polar. Hoy, su infraestructura sirve de plataformas elevadas y refugio contra el viento para los osos polares, adaptándose perfectamente a las necesidades de estos animales.
La imagen de los osos polares viviendo en los restos de la civilización humana es impactante. Aunque el fotógrafo lo tomó como una anécdota visual, muchos expertos en conservación lo ven como un posible indicador de cómo el cambio climático está afectando el hábitat natural de la especie. La necesidad de buscar refugio en estructuras artificiales y la creciente interacción con restos humanos podría señalar una dificultad en encontrar plataformas de hielo estables para cazar y descansar, obligándolos a buscar alternativas en tierra firme.