
1 de Octubre del 2025.- El creciente conflicto entre Occidente y Rusia ha encontrado un nuevo campo de batalla en el mar, donde una «flota fantasma» de buques está sembrando la preocupación y el caos. Estos navíos, que ocultan su identidad desactivando sus sistemas de localización, han visto un aumento explosivo, pasando de unos 200 en 2022 a cerca de mil en la actualidad. La alarma ha cundido en las armadas de la OTAN, especialmente en el Báltico, ya que existe la sospecha de que estos barcos van mucho más allá del contrabando de petróleo ruso autorizado, participando en actos de espionaje y posible sabotaje de infraestructuras críticas en el norte de Europa. Esta actividad representa un desafío significativo a la seguridad marítima y a la estabilidad regional.
Acumulación de Incidentes y Despliegue de la OTAN
La lista de incidentes marítimos vinculados a la flota fantasma rusa no deja de crecer. En Dinamarca, se investiga la posible conexión de estos buques con incursiones de drones que han provocado el cierre de varios aeropuertos. Alemania, como parte de la respuesta de la OTAN, desplegó una fragata en Copenhague y detuvo un buque con tripulación rusa en el Canal de Kiel bajo sospecha de espionaje. Más allá de la superficie, también se han documentado ataques a infraestructuras submarinas; el caso más notorio fue el del petrolero Eagle S, descubierto cortando cables en el Golfo de Finlandia a finales del año pasado. Estos actos subrayan la gravedad de la amenaza y la necesidad de una respuesta coordinada.
El comandante de la armada estonia, Ivo Värk, cuya fuerza rastrea diariamente a decenas de estos buques en el Golfo de Finlandia, reconoce la dificultad de la situación. A principios de este año, un intento de detener al petrolero Jaguar fue frustrado cuando Rusia lanzó aviones de combate para proteger la embarcación, enviando un claro mensaje de que la flota fantasma es un «interés nacional crítico» para el Kremlin. Si bien gran parte de la atención se centra en Rusia, expertos como Michelle Bockmann de Windward señalan que países como Corea del Norte fueron pioneros en estas «prácticas marítimas engañosas,» perfeccionando tácticas como la transferencia de cargamentos en alta mar.
El Negocio Global Detrás de los Buques Fantasma
Una de las principales razones por las que la flota fantasma es tan difícil de contener es su compleja y a menudo ambigua identidad. Los buques no están controlados directamente por los gobiernos, sino por redes internacionales dirigidas por oportunistas que buscan explotar las debilidades de la gobernanza marítima para obtener ganancias económicas. Estas redes incluyen propietarios, a menudo empresas fantasma registradas en jurisdicciones opacas, e intermediarios que falsifican registros de bandera y documentos de seguro. De hecho, los buques fantasma representan hoy el 19% de la flota mundial de petroleros, un crecimiento impulsado por la necesidad de evadir sanciones impuestas tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, creando un gigantesco «mercado negro flotante» para el transporte de mercancías.
La capacidad para ocultar la identidad se ha facilitado por el aumento de las «banderas de conveniencia» y los registros en países con regulaciones laxas. El cambio de pabellón ha alcanzado un ritmo récord; los barcos sancionados obtienen nuevas banderas en un promedio de solo 45 días, una reducción drástica respecto a los 120 días de 2023. Esta rapidez, junto con el uso de registros falsos (como el de la «Matthew Island» en el Pacífico) y la alternancia de identidades digitales, hace que la información veraz sea casi imposible de rastrear. La ambigüedad legal que rodea a estos buques dificulta la aplicación de la ley, ya que es complicado demostrar intencionalidad o la conexión real de un barco con un país sancionado, incluso cuando se corta infraestructura vital.