Hollywood, 26 de septiembre de 2025 – La historia de la joven actriz Judith Eva Barsi, la talentosa niña de 10 años que conquistó al público estadounidense al prestar su voz al adorable personaje de Ducky en la icónica película animada “Pie Pequeño” de 1988, es un recordatorio sombrío de que incluso las vidas más prometedoras pueden ser truncadas por la violencia doméstica. La pequeña, cuya carrera estaba en ascenso, fue víctima de un terrible crimen a manos de su propio padre el 25 de julio de 1988.
El crimen, que conmocionó a la industria del entretenimiento y a la opinión pública, se produjo mientras Judith dormía. Su padre, József Barsi, le disparó en la cabeza. Los motivos detrás de este horrendo acto estaban tristemente ligados a la fama y al éxito económico de la menor. El padre de Judith, un inmigrante húngaro con serios problemas de alcoholismo y un comportamiento cada vez más errático y abusivo, no pudo lidiar con la creciente popularidad y, crucialmente, con los ingresos que su hija generaba.
La Envidiable Razón y el Patrón de Abuso
La principal motivación detrás del asesinato fue, irónicamente, el éxito de la propia Judith. La pequeña actriz estaba ganando mucho más dinero que su padre, una situación que, según los informes de la época y las posteriores investigaciones, alimentaba la profunda inseguridad y los celos patológicos de József. Este resentimiento económico se sumó a un patrón de abuso físico y emocional que Judith y su madre, Maria Virovacz, habían soportado durante años.
Meses antes del trágico desenlace, el comportamiento violento de József se había intensificado. Las amenazas de muerte eran frecuentes, y la situación se había vuelto insostenible. Maria, la madre, había intentado tomar medidas, buscando refugio e incluso contactando a servicios sociales, pero el miedo y la manipulación del abusador, sumado a la reticencia a dejar su hogar y a una posible falta de seguimiento efectivo de las autoridades, impidieron que salieran a tiempo.
El Legado Imborrable de Ducky y un Trágico Final
El 25 de julio de 1988, József Barsi cometió el asesinato de su hija y, acto seguido, asesinó también a su esposa Maria. Dos días después, encerrado en la casa en llamas, se quitó la vida. La policía descubrió los cuerpos de Judith y Maria en su casa de California, poniendo fin a una vida marcada por el abuso y a la incipiente carrera de una niña talentosa que había aparecido en más de 70 comerciales y múltiples producciones de cine y televisión.
La Respuesta de la Comunidad Creativa y la Voz Inolvidable
