
La boda entre Jaime Martínez‑Bordiú y Andrea García ha llamado la atención no solo por el enlace en sí, sino por el vestido de novia que la novia lució al llegar a la iglesia. El diseño, que incorpora encajes antiguos y un velo de época, ha generado admiración entre expertos y seguidores de moda nupcial. En este artículo analizamos con detalle esa creación singular y ofrecemos contexto adicional para entender su valor histórico y simbólico.
Desde el momento en que Andrea pisó la iglesia, el secreto mejor guardado se reveló: el vestido. El conjunto fue confeccionado por la diseñadora Claudia Llagostera, quien utilizó una pieza de encaje antigua fechada en 1880, bordada a mano con la técnica Cornely, originaria de Francia. El encaje fue aplicado cuidadosamente en la falda, mangas, escote y espalda, fusionándose con lino, jaretas manuales y volantes de seda salvaje para crear un diseño elegante y a la vez sobrio.
Encaje histórico y materiales artesanales
La decisión de incorporar un encaje del siglo XIX aporta un valor patrimonial al vestido. El uso del lino y la meticulosa labor de jaretas hechas a mano refuerzan la artesanía detrás de la prenda. También el velo —también antiguo, de encaje de Bruselas, uno de los más refinados— aporta un aire romántico de época que contrasta deliberadamente con tendencias modernas más minimalistas. La elección de este velo hecho a mano le da al conjunto un sello de exclusividad.
Además, la novia optó por un semirrecogido para su peinado, dejando al descubierto pendientes medianos con forma de estrella de la firma Paulet, y no renunció al velo. En cuanto al ramo, en lugar de optar por una mezcla muy elaborada, eligió uno con apariencia silvestre y tonos otoñales, atado con una cinta blanca, que aporta frescura y naturalidad al conjunto nupcial.
Celebración con historia y vínculo cultural
Tras la ceremonia, los invitados se trasladaron a la Finca El Gasco, ubicada en Torrelodones, para continuar con la celebración. Esta finca no solo ofrece un entorno elegante, sino que fue escenario parcial de la serie La Casa de Papel, lo que añade un matiz cultural y simbólico al evento.
En cuanto a los novios, Jaime Martínez‑Bordiú es el más joven de los hijos de José María Martínez‑Bordiú y Rocío Aznar y tiene un perfil empresarial discreto, mientras que su esposa, Andrea García, es asociada en Savills España, consultora inmobiliaria de renombre. Ambos han cuidado mucho su privacidad, lo que hace que este tipo de detalles nupciales generen aún más expectación.
la técnica Cornely, utilizada para bordar el encaje antiguo, fue muy popular en Europa entre los siglos XIX y XX para adornos de lencería, vestidos y mantelería fina. Bordados con Cornely se caracterizan por sus relieves y volumen sutil, lo que permite aplicar el encaje como piezas ornamentales sobre telas más ligeras sin que se deformen. Esta técnica exige paciencia y precisión, pues cada punto se hace a máquina especial o a mano, lo que incrementa notablemente el valor artesanal de la prenda final. El empleo de Cornely en un vestido nupcial contemporáneo conecta el pasado con el presente de manera muy visible, algo que pocos vestidos logran.