
La nueva comedia mexicana Desastre en Familia, protagonizada por Itatí Cantoral y Ariel Miramontes, busca despertar empatía entre los padres y hacernos ver que la adolescencia no es solo berrinches, sino una lucha constante con inseguridades, estereotipos y acoso escolar. Escrita y dirigida por Manolo Caramés, la película se estrena esta semana y promete sacar más de una carcajada, pero también reflexión. El enfoque central es mostrar que a veces los adultos desconocen lo que sienten sus hijos y viceversa, hasta que algo extraordinario los obliga a mirarse a los ojos. ¿Y si un hechizo convierte al padre en adolescente y al adolescente en padre? Esa es la magia narrativa que impulsa esta historia.
Itatí Cantoral interpreta a María, madre de 16 años, mientras que Ariel Miramontes da vida a Rolando, un padre estricto, convencional, acostumbrado a cumplir reglas. Ambos personajes intercambian personalidades cuando un viaje en familia y un embrujo misterioso les pone en los zapatos del otro. Itatí confiesa que este papel la lleva a reflexionar sobre lo difícil que es realmente comunicarse con sus hijos, entenderlos sin juzgar. Miramontes, por su parte, aprovecha para salirse de su famoso personaje de televisión, Albertano, y explorar nuevas facetas actorales.
Los hijos Paloma y Gabriel, interpretados por Karla Gaytán y Diego Peniche, enfrentan su propio choque: Paloma navega la adolescencia con sus inseguridades; Gabriel sueña con ser futbolista, tener novia, pero no le importa mucho el estudio. Cambiar de cuerpo con su padre los obliga a ver la vida con otros ojos: comprender sus presiones, limitaciones y también lo que se ha ignorado en la convivencia diaria. Diego Peniche comenta que Gabriel descubre cosas de su papá que no sabía; mientras que el padre empieza a valorar lo invisible del día a día del hijo. Hay humor, claro, pero también momentos de reconocimiento y ternura.
La película dura unos 95 minutos y está pensada para toda la familia: un rato entretenido, pero con dosis de verdad. Manolo Caramés, con guion de Adriana Pelusi de Icaza, huye de los clichés más burdos al presentar a personajes imperfectos, llenos de fallas y con ganas de sanar relaciones. Itatí cantoral menciona que pide ayuda profesional para reconstruir su relación con sus hijos, no porque haya un conflicto grave, sino porque entiende la necesidad de herramientas emocionales. Este tipo de cine invita a la reflexión sobre lo que quizá damos por hecho en casa.
Además, Desastre en Familia pinta una realidad común: hogares donde cada quien vive su ritmo, donde los días pasan sin un “¿cómo estás?”, sin espacio para escuchar. La trama, a través de lo fantástico, revela lo valioso del desorden familiar: tener que trabajar juntos, ponerse en los zapatos del otro, abrirse al diálogo. Es una llamada a que los padres pregunten, los hijos respondan, y todos se encuentren. Porque la empatía no nace de un encuentro perfecto, sino de pequeños gestos cotidianos.