La población de caracol rosado en Quintana Roo enfrenta una grave amenaza: la pesca ilegal y la sobreexplotación. A pesar de las estrictas regulaciones y las vedas que prohíben su captura en casi todo el estado, la especie está en declive, lo que pone en riesgo su existencia a largo plazo. La situación se agrava por el hecho de que su captura ilegal es una práctica constante que ha mermado significativamente la densidad de sus poblaciones en áreas clave.
El único lugar donde se permite la pesca de este molusco es en Banco Chinchorro, donde tres cooperativas de pescadores tienen permiso para su aprovechamiento bajo un estricto control. Sin embargo, fuera de esta zona controlada, la pesca ilegal prolifera. Los vendedores utilizan redes sociales y códigos como «jícama» para evadir a las autoridades y comercializar el producto. Esta práctica no regulada está impidiendo que los caracoles se reproduzcan en su hábitat de mayor densidad, poniendo en peligro la sostenibilidad de la especie.María del Carmen García Rivas, directora de Conservación de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), ha advertido sobre las consecuencias. La captura indiscriminada interfiere con el ciclo reproductivo del caracol rosado, lo que tiene un impacto directo en la disminución de su población. Aunque aún no está en peligro de extinción, el hecho de ser una especie protegida subraya la vulnerabilidad de este recurso marino. La densidad de población en la zona norte del estado es considerablemente menor en comparación con Banco Chinchorro, lo que hace aún más preocupante cualquier tipo de captura en esas aguas.
El caracol rosado, científicamente conocido como Lobatus gigas, es una especie clave para el ecosistema marino del Caribe. Su rol en los arrecifes de coral es vital, ya que se alimenta de algas y detritos, ayudando a mantener la salud y el equilibrio del arrecife. La desaparición de esta especie podría desencadenar una serie de efectos en cadena, afectando a otros organismos que dependen de ella para alimentarse. Es un bioindicador importante de la salud de los arrecifes, y su declive es una señal de que el ecosistema marino local se encuentra bajo un estrés considerable. La protección de especies como el caracol rosado no es solo una cuestión de conservación, sino también una estrategia para preservar la biodiversidad y la sostenibilidad de un recurso natural fundamental para la región.
