
16 SEPTIEMBRE 2025-INTERNACIONAL-Un reciente informe del Observatorio de Investigación Humanitaria (HRL) de la Universidad de Yale reveló que al menos 210 centros rusos mantienen retenidos a niños ucranianos secuestrados desde el inicio de la invasión. Estas instalaciones, distribuidas en Rusia y en territorios ocupados como Donetsk, Donbás y Crimea, funcionan como espacios de “reeducación” y entrenamiento militar. Los investigadores advierten que la cifra real podría ser aún mayor, lo que muestra un patrón sistemático de deportación y adoctrinamiento.
El estudio denuncia que estos lugares incluyen campamentos de verano, centros médicos, universidades, bases militares e incluso monasterios. Según HRL, el objetivo principal es “rusificar” a los menores, alejándolos de su identidad cultural y familiar. Varios de estos niños provienen de instituciones estatales ucranianas o fueron separados a la fuerza de sus padres durante combates en ciudades como Mariupol en 2022.
Una red de militarización y reeducación
Los informes señalan que los menores son sometidos a programas de “reeducación cultural” y, en algunos casos, a entrenamientos militares básicos. Se documenta que algunos niños permanecen en estos centros por cortos periodos, mientras que otros han sido retenidos indefinidamente. Investigadores describen esta práctica como un sistema de control a gran escala sin precedentes en la región, destinado a alterar la identidad nacional de los menores.
Las autoridades rusas han intentado justificar estas acciones como parte de programas de “acogida humanitaria”, pero organizaciones internacionales lo califican como una violación grave del derecho internacional. En 2023, el Tribunal Penal Internacional emitió órdenes de arresto contra Vladímir Putin y la comisionada rusa de Derechos del Niño, Maria Lvova-Belova, por su rol en estas deportaciones ilegales.

Impacto humano y respuesta internacional
Según cifras de Ucrania, al menos 19.500 niños han sido deportados, aunque el observatorio de Yale estima que la cifra podría rondar los 35.000. La propia Rusia ha reconocido que entre febrero de 2022 y julio de 2023 “aceptó” a unos 700.000 niños ucranianos, aunque no todos bajo procesos forzados. Kiev, con apoyo de países como Qatar, Sudáfrica y El Vaticano, ha logrado recuperar apenas 1.605 menores hasta marzo de 2025.
La retención de menores como herramienta política pone en entredicho los esfuerzos diplomáticos hacia un alto al fuego, ya que Ucrania ha exigido la devolución de al menos la mitad de los niños como condición clave en cualquier negociación de paz.
La denuncia de Yale resalta que el tema de los niños ucranianos secuestrados se ha convertido en un punto central del conflicto. Para Ucrania, es un asunto de justicia y humanidad; para Rusia, una narrativa que busca neutralizar las críticas internacionales. Lo cierto es que el destino de miles de menores sigue siendo incierto y depende de la presión internacional, la transparencia en los procesos y la voluntad política de ambas partes para priorizar la protección de la niñez sobre los intereses estratégicos.
