
Salma Hayek y su hija Valentina Paloma vivieron una noche inolvidable que va más allá de la música. El fin de semana pasado asistieron juntas al histórico concierto de Oasis en el Rose Bowl de Pasadena, California, parte de la gira Oasis Live ’25 Tour. A sus 59 años, Salma demostró que su energía como fan no ha disminuido, disfrutando cada canción como si fuera la primera vez.
Momento emotivo bajo las luces del rock
Durante el concierto, Salma compartió en Instagram varios videos y fotos llenos de emoción. Uno de los momentos más destacados fue cuando Valentina abrazó a su mamá mientras Oasis interpretaba Wonderwall, una de sus canciones más emblemáticas. Esa muestra de cariño entre madre e hija se convirtió en un símbolo de que la música tiene el poder de acercar corazones.
Ambas cataron clásicos como Supersonic, Morning Glory y Fade Away, no sólo como espectadoras sino como verdaderas fanáticas entregadas. Mientras Salma sonreía con entusiasmo, Valentina, con gafas oscuras, se dejó llevar por el ambiente de la multitud. Esa noche, madre e hija no estaban en el escenario, pero brillas a su modo: con autenticidad y pasión por la música.
Travesía musical y crecimiento personal
Valentina, próxima a cumplir 18 años el 21 de septiembre, está entrando oficialmente en la adultez. Sin embargo, algo que parece no cambiar en su vida es la complicidad con su madre, sobre todo cuando se trata de conciertos. Este verano fue testigo de varios de esos momentos compartidos, destacando su presencia en festivales de renombre y eventos musicales internacionales.
En junio, madre e hija fueron vistas en el legendario Glastonbury Festival en el Reino Unido. Aun cuando coincidió con grandes noticias como la boda de Lauren Sánchez Bezos y Jeff Bezos, Salma decidió priorizar momentos como estos con Valentina. Esa elección muestra un claro compromiso con la importancia de cultivar recuerdos juntos, por encima de la presión del calendario social.
Más que un concierto: una experiencia de vida
La presencia de amistades cercanas también hizo que el evento fuera especial. Entre ellos estaban la cantante Rita Ora, el director Taika Waititi y el empresario Michael Braun. No se trató sólo de asistir; fue participar de una comunidad que disfruta los momentos culturales de forma plena.
Para Salma, estas experiencias se sienten como inversiones emocionales: cada concierto compartido es un recuerdo que ayudará a Valentina a definir su propio camino. Mientras su hija crece, la música permanece como un lazo fuerte entre ambas, capaz de resonar más allá de los escenarios y los aplausos.