
Ciudad de México. La relación entre las bandas criminales ecuatorianas y los cárteles mexicanos ha sido puesta bajo el microscopio internacional una vez más. A inicios de 2024, Ecuador declaró un «conflicto armado interno» en respuesta a la violencia generalizada, y el presidente Daniel Noboa señaló al Cártel de Sinaloa y al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como socios de 22 organizaciones delictivas locales. Esta alianza criminal, que ha intensificado la violencia en el país sudamericano, muestra la compleja red de narcotráfico que se extiende por la región.
El pasado 7 de junio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó a Los Lobos, una de las principales bandas ecuatorianas, acusándolos de ser responsables de la violencia, el tráfico de drogas y la minería ilegal. También los señalaron por proteger al CJNG en su intento por controlar las rutas de la cocaína en el puerto de Guayaquil. Estas alianzas criminales han evolucionado a lo largo de las décadas, consolidando el poder de los cárteles mexicanos en la cadena de suministro de drogas.
Historial de Alianzas y Evolución del Poder
Los expertos en seguridad señalan que la conexión entre las organizaciones criminales de México y Ecuador se ha fortalecido en los últimos años, pero sus raíces se remontan a la década de los 80. Inicialmente, el Cártel de Sinaloa trabajaba con cárteles colombianos para el transporte de cocaína. Sin embargo, a partir del año 2000, los cárteles mexicanos tomaron una posición dominante, comprando la droga al mayoreo y asumiendo la distribución final en Estados Unidos. Este cambio marcó un punto de inflexión, llevando a los cárteles mexicanos a buscar nuevas alianzas criminales con organizaciones en Ecuador, Perú y Bolivia.
La analista de Crisis Group, Glaeldys González, identifica dos momentos clave en esta relación: la primera, cuando el Cártel de Sinaloa se alió con Los Choneros para expandir su poder. La segunda, cuando el CJNG llegó para desafiar su dominio, formando una alianza criminal con grupos rivales como Los Lobos. Esta llegada de los cárteles mexicanos ha alterado el panorama delictivo de la región, posicionándolos como los principales operadores del negocio del narcotráfico.

Impacto y Costos de la Colaboración Criminal
La colaboración entre los cárteles mexicanos y las bandas ecuatorianas beneficia a ambas partes, pero a un costo muy alto para la sociedad. Los cárteles mexicanos subcontratan a las bandas locales para tareas de logística, pagándoles principalmente con drogas y armas, lo que a su vez impulsa el microtráfico y la violencia interna en Ecuador. Esta dinámica ha llevado a un aumento alarmante en los índices de homicidios: el Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) reportó 4,619 homicidios en el primer semestre de 2024, un 47% más que el año anterior.
La violencia ha alcanzado su punto más álgido en Guayaquil, el principal puerto y punto estratégico para el tráfico de drogas, donde se registraron 1,463 homicidios en el mismo periodo. El gobierno ecuatoriano, encabezado por el presidente Daniel Noboa, ha desplegado operativos militares y policiales para enfrentar la situación. Sin embargo, la complejidad de las alianzas criminales hace que el problema sea difícil de erradicar por completo.
Un factor adicional que complica el combate a estas redes delictivas es la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Ecuador, ocurrida en abril de 2024. Expertos, como el profesor Javier Oliva de la UNAM, señalan que esta fractura política obstaculiza la coordinación necesaria para combatir a estos grupos. Sin una colaboración de alto nivel entre ambos países, la lucha contra el crimen organizado se vuelve mucho más complicada.
Las Rutas del Pacífico y el Papel Estratégico de Ecuador
La importancia de Ecuador en esta red de tráfico de drogas radica en su ubicación geográfica estratégica. Al tener salida a las costas del Pacífico, el país se ha convertido en un punto de tránsito crucial para la cocaína que se produce en los países andinos (Colombia, Bolivia y Perú). Los cárteles mexicanos, que buscan controlar toda la cadena de suministro, han encontrado en los puertos ecuatorianos, en particular en Guayaquil, un eslabón fundamental para el envío de grandes cargamentos de droga hacia Estados Unidos y otros mercados internacionales. La “subcontratación” de las bandas locales les permite mantener un bajo perfil y delegar la parte logística del negocio, al mismo tiempo que aumentan la violencia local al saturar el mercado con drogas que utilizan como pago. La alianza criminal es, en esencia, una relación de dependencia donde los cárteles obtienen el control de la ruta y las bandas locales obtienen una fuente constante de recursos para su propio poder y crecimiento, perpetuando así un ciclo de violencia y corrupción.
