10 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. Una mujer surcoreana ha sido absuelta 61 años después de ser condenada por morderle y arrancarle un trozo de lengua a un hombre que intentó agredirla sexualmente. Choi Mal-ja, que tenía 18 años en el momento de los hechos, fue declarada culpable de lesiones corporales graves y sentenciada a 10 meses de prisión, una pena más severa que la de su agresor. Tras una larga campaña para limpiar su nombre, la fiscalía se disculpó públicamente con ella y solicitó al tribunal que anulara su condena. Este caso ha sido citado en libros de texto de Derecho en Corea del Sur como un ejemplo clásico de cómo la legítima defensa de las víctimas de violencia sexual no fue reconocida por el sistema judicial.

Un largo camino hacia la justicia
Choi Mal-ja, de 79 años, declaró que no podía dejar que el caso quedara sin respuesta y que su objetivo era “defender a otras víctimas en la misma situación”. Su lucha, inspirada por el movimiento global #MeToo, comenzó en 2018. Durante casi dos años, con la ayuda de grupos de defensa, se dedicó a reunir pruebas para solicitar un nuevo juicio. Sin embargo, su camino no fue fácil. Los tribunales inferiores rechazaron su petición en varias ocasiones, argumentando que no había pruebas suficientes para respaldar su legítima defensa. A pesar de los obstáculos, Choi nunca se rindió, impulsada por la convicción de que las víctimas de violencia sexual no deberían tener que “soportar el dolor solas”.
El caso de Choi ha revelado un profundo sesgo de género en el sistema judicial de la época. Mientras ella era castigada por defenderse, el agresor, que intentó violarla y luego la intimidó con un cuchillo, recibió una condena menor. El tribunal de entonces dictaminó que sus acciones habían excedido los límites razonables de la legítima defensa. La abogada de Choi, Kim Soo-jung, describió la condena como un “error de juicio debido a prejuicios de género y percepciones sociales”. La reciente absolución de la mujer demuestra un cambio de paradigma en la justicia, corrigiendo un fallo histórico que revictimizó a Choi y la convirtió en acusada.

Este veredicto no solo ha traído justicia a Choi Mal-ja, sino que también ha sentado un precedente crucial en Corea del Sur. La Línea Directa de Mujeres de Corea, uno de los grupos que la apoyó, cree que esta de cisión allanará el camino para futuras víctimas de violencia sexual. La líder del grupo, Song Ran-hee, expresó su esperanza de que en el futuro los actos defensivos de las mujeres sean reconocidos como legítimos, reduciendo el sufrimiento injusto. El mensaje para otras víctimas es claro: “Tu voz importa. Alza la voz”.
Un precedente para el futuro
El fallo del tribunal es un mensaje contundente para las víctimas de violencia sexual en todo el mundo: no están solas. La absolución de la mujer surcoreana es un recordatorio de la importancia de la perseverancia y el apoyo de la comunidad para corregir las injusticias del pasado. Este caso destaca la necesidad de un sistema judicial que entienda y reconozca la legítima defensa de quienes se enfrentan a un intento de violación. El veredicto no solo ha devuelto la dignidad a Choi, sino que también ha reafirmado que el sistema judicial puede, y debe, corregir sus errores.

Es importante destacar que el caso de Choi Mal-ja no es un incidente aislado. En Corea del Sur, se han registrado al menos otros dos casos similares en los que mujeres mordieron la lengua de sus agresores sexuales: uno en 1988 y otro en 2020. En ambos casos, a diferencia del de Choi, los tribunales reconocieron sus actos como legítima defensa y fallaron a su favor desde el inicio. Este dato complementa la nota original al mostrar que, si bien el caso de Choi es un ejemplo extremo de injusticia histórica, el sistema judicial surcoreano ha evolucionado en las últimas décadas para reconocer la necesidad de la defensa personal en situaciones de violencia sexual, demostrando que la lucha de Choi Mal-ja y el movimiento #MeToo han tenido un impacto duradero y positivo en la ley y la sociedad.