9 DE SEPTIEMBRE DEL 2025- INTERNACIONAL. La selva del Darién, un corredor migratorio entre Panamá y Colombia, se ha convertido en una tumba para cientos de personas que han perdido la vida en su intento por llegar a Estados Unidos. La migración masiva de los últimos años ha dejado un rastro de dolor y muerte, con casi un millón de personas cruzando a pie entre 2022 y 2024. Las víctimas del Darién, muchas de ellas familias enteras, enfrentan peligros extremos como ahogamientos, violencia y falta de provisiones. A pesar de los esfuerzos, el número exacto de fallecidos es imposible de determinar, ya que muchos cuerpos fueron enterrados o abandonados, lo que hace aún más difícil la labor de las autoridades panameñas para darles nombre a estas tragedias.

El Reto Humanitario de Identificar a las Víctimas
Con el flujo migratorio drásticamente reducido, la labor humanitaria se centra ahora en la identificación de las víctimas del Darién que sí pudieron ser recuperadas. El doctor José Vicente Pachar, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (IMELCF) de Panamá, lidera la titánica tarea de dar nombre y apellido a los restos de al menos 220 migrantes. El objetivo es proporcionar un cierre a las familias que perdieron el contacto con sus seres queridos, muchos de los cuales ni siquiera saben que sus familiares murieron en la selva. Pachar señala que, al realizar los análisis forenses, siempre piensan que están trabajando con los restos de un hijo, un hermano o un padre que alguien espera en casa.
La travesía por el Darién es un viaje de alto riesgo, a menudo promocionado por traficantes de personas como un recorrido de solo tres días, cuando en realidad puede tomar diez o más. Las condiciones de la selva son letales, con peligros que van desde caídas mortales y ahogamientos en ríos, hasta ataques de fauna salvaje y la violencia humana. La falta de agua, comida y medicinas es una de las principales causas de muerte. Según la OIM, entre 2014 y 2025 se registraron 546 muertes, incluyendo la de varios niños, aunque la cifra real podría ser mucho mayor.

La tarea de identificar a las víctimas del Darién es extremadamente compleja. Muchos migrantes no llevan documentos o utilizan papeles falsos, y las hostiles condiciones ambientales de la selva dificultan la preservación de los restos. Para superar estos desafíos, las autoridades de Panamá están colaborando con expertos forenses y el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). El IMELCF ha creado nichos humanitarios para los restos y está en proceso de crear una base de datos de ADN para facilitar la identificación. La colaboración con instituciones como el Equipo Argentino de Antropología Forense permitirá análisis genéticos que podrían determinar el origen de los fallecidos, lo que abriría la puerta a la identificación y a la respuesta para las familias.
Las autoridades de Panamá y la Cruz Roja hacen un llamado a las familias de los migrantes desaparecidos para que colaboren en este proceso. Se les pide que reporten la desaparición a las autoridades locales y que se pongan en contacto con las oficinas de la Cruz Roja. Esta organización, a su vez, puede actuar como un puente para facilitar la comunicación y la recolección de muestras de ADN. Este esfuerzo colectivo es fundamental para dar un cierre a un drama humano que ha afectado a miles de personas en todo el mundo.

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