
A finales de junio pasado, la actriz cubana Yany Prado compartió en Instagram que su padre estaba entre la vida y la muerte tras un ataque en Texas. Horas después se supo que, aunque estaba grave, seguía vivo y luchando por su vida en estado de coma.
Hoy, poco más de dos meses después, la artista dio una noticia profundamente dolorosa: su papá ha fallecido. En su mensaje visiblemente conmovido, Yany expresó que su mayor consuelo sería el trabajo, la música, el baile y recuperar la paz mental, aunque reconoció lo difícil que es perder a alguien tan amado.
Desde el inicio de esta tragedia, la confusión entre la familia y el público fue grande. Primero se creyó que su padre había muerto, luego se confirmó que luchaba por sobrevivir. Ahora, tras semanas de incertidumbre, llega el momento del luto y del reconocimiento público de su partida.
Pero este legado de dolor y esperanza tiene también una enseñanza importante: la difusión de noticias sensibles debe manejarse con extremo cuidado. El impacto emocional en las familias y el público puede ser profundo cuando la información no está confirmada o se divulga prematuramente. En este caso, la actriz actuó con la información que tenía en ese momento, y su mensaje final abre un momento de consolidación: despedir y sanar, reconocer el valor de la verdad y la empatía.
No solo se trata de obtener justicia, como ocurrió con la detención del agresor, sino también de brindar contención emocional durante y después del proceso. Programas especializados y acompañamiento profesional podrían transformar estos episodios en oportunidades de resiliencia comunitaria, recordando que lo que más duele también puede enseñar.