6 SEPTIEMBRE 2025- INTERNACIONAL- En un martes que promete ser histórico para el fútbol sudamericano, las selecciones de Venezuela y Bolivia se enfrentan a una cita con el destino. Con los seis cupos directos al Mundial ya definidos, la atención se centra en el único boleto disponible para el repechaje intercontinental. Venezuela, que actualmente ocupa esa codiciada posición, tiene la oportunidad de hacer historia y convertirse en la única selección de Sudamérica que no ha participado en un Mundial en su historia.
Bolivia, por su parte, también busca una hazaña. A pesar de sus tres participaciones en Copas del Mundo, la última en 1994, la Verde se ha acostumbrado a quedar en los últimos puestos y a sufrir abultadas goleadas. Sin embargo, la expansión del Mundial a 48 equipos le ha abierto una puerta que no quiere desaprovechar. Para ello, deberá ganar su partido y esperar que la Vinotinto no sume puntos en su encuentro. El repechaje, que se jugará en 2026, es un sueño que ambos equipos se niegan a soltar.
La presión es alta para ambos, pero la localía juega a su favor. La Vinotinto recibirá a Colombia, una selección peligrosa pero ya clasificada. Venezuela se ha mostrado invencible en casa, con cuatro triunfos y cuatro empates, y un dato sorprendente: su valla ha permanecido invicta en seis de sus ocho presentaciones en Maturín. Por su parte, Bolivia tiene la ventaja de la altura, un factor que puede ser un obstáculo para la Canarinha de Carlo Ancelotti. La localía es una de las claves que podría inclinar la balanza a favor de cualquiera de los dos equipos. .
Las claves en el campo de juego y el factor diferencia de gol
El sueño mundialista de Venezuela se deposita en los pies de Salomón Rondón. El delantero del Real Oviedo de España tiene cinco goles en las actuales Eliminatorias, solo superado por cracks como Lionel Messi y Luis Díaz. Por su potencia física e inteligencia en el área, Rondón es la principal esperanza de una Vinotinto que tiene más goles a favor que dos selecciones ya clasificadas. Bolivia, por su parte, confía en el talento de Miguel Terceros, una de las grandes revelaciones del certamen, que lleva seis goles en su haber. La diferencia de gol es otro factor importante. Venezuela tiene una amplia diferencia a su favor, lo que le da un segundo resultado favorable además de la victoria, mientras que Bolivia solo tiene una opción: ganar y esperar.
En caso de que Venezuela y Bolivia queden igualados en puntos, la diferencia de gol será el criterio de desempate, y la Vinotinto tiene una ventaja significativa. Si Venezuela pierde con Colombia y Bolivia empata ante Brasil, la selección de Fernando Batista todavía tendría el boleto al repechaje. Para Bolivia, el panorama es más complicado: solo una victoria y una derrota de Venezuela le darían el pase.
El último obstáculo: El repechaje y el ranking FIFA
El camino al Mundial no termina con la clasificación al repechaje. A la selección ganadora le espera un camino difícil, pero no imposible. Seis selecciones de diferentes confederaciones pelearán por dos cupos para la cita mundialista. El clasificado de la Conmebol se unirá a dos de la Concacaf, uno de Asia, uno de África y Nueva Caledonia, la única nación ya clasificada para esta repesca. Este torneo se jugará entre el 26 y el 31 de marzo de 2026, a solo meses del inicio de la Copa del Mundo.
Las seis selecciones serán organizadas del 1° al 6° lugar según su ranking FIFA de noviembre, lo que podría darle una ventaja a Venezuela. Con su posición 46, es probable que la Vinotinto, en caso de clasificar, evite jugar una de las dos semifinales. Para Bolivia, en el puesto 78, el panorama no es tan alentador. El sueño mundialista de ambos equipos es una realidad, pero solo uno tendrá la oportunidad de jugar el repechaje.
El nerviosismo y la emoción que se vive en Venezuela y Bolivia por el repechaje mundialista demuestran que el fútbol puede ser un escape de la dura realidad que viven estos dos países. La crisis política, económica y social que enfrentan queda en segundo plano cuando se trata de la pasión por el fútbol. El deporte se convierte en un refugio, un espacio donde los ciudadanos pueden soñar y unirse para apoyar a su selección. La posibilidad de que su equipo llegue a un Mundial es una esperanza que trasciende la política y la economía. Este fenómeno social es una muestra de que el fútbol no es solo un deporte, sino una fuerza que puede unir a un país y darle un motivo para creer en un futuro mejor.
