
4 SEPTIEMBRE 2025- INTERNACIONAL- La vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, ha causado revuelo al lamentar la «incapacidad» de Europa de «hablar con una sola voz» sobre la ofensiva israelí en Gaza, a la que ha calificado de «genocidio». Esta declaración, que Ribera ya había sugerido en ocasiones anteriores, se ha vuelto más contundente en su reciente intervención en París. La política ha señalado que mientras la «guerra de agresión de Rusia en Ucrania» puso a prueba la resiliencia del continente, el genocidio en Gaza expone su falta de cohesión y su inacción.
Las palabras de Ribera llegan en un momento crítico, con la guerra en Gaza mostrando un panorama desolador y con las protestas pro-palestinas extendiéndose por todo el continente. La vicepresidenta ha recalcado que la inercia de Europa se mantiene incluso cuando 14 miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas han solicitado un alto el fuego inmediato, lo que pone de manifiesto una profunda división interna. La falta de un frente común en este tema tan sensible ha sido interpretada como una debilidad que va en contra de los ideales de paz y respeto a los derechos humanos que la Unión Europea promueve.
La crítica de Ribera apunta directamente a la hipocresía que muchos perciben en la política exterior de la Unión Europea. Mientras se muestra un apoyo unánime y contundente a Ucrania, la respuesta ante la ofensiva en Gaza ha sido vacilante y fragmentada. Esta doble moral ha generado un profundo descontento en la sociedad civil y ha dañado la credibilidad de la UE en el escenario mundial. La vicepresidenta advierte que esta falta de coherencia en la política exterior no solo afecta a la crisis en Gaza, sino que también pone en riesgo los principios fundacionales de la Unión, como el respeto al Estado de derecho y los derechos humanos.
La incapacidad de Europa para unificarse en el tema de Gaza no es un fenómeno aislado, sino que refleja un aumento de las tensiones geopolíticas que desafían los ideales de cooperación. La ofensiva de Israel ha puesto de manifiesto las diferentes posturas de los países miembros, con algunos mostrando un apoyo incondicional a Israel, mientras que otros han sido mucho más críticos. Esta fragmentación interna es un regalo para las potencias rivales, que pueden explotar las fisuras de la Unión para debilitar su influencia global. La división europea en un tema tan crucial muestra que, a pesar de sus aspiraciones, la UE todavía lucha por ser un actor global unificado y coherente.