
Querétaro, Qro.- El exgobernador de Querétaro, Francisco «Pancho» Domínguez Servién, se ha visto envuelto en un nuevo escándalo tras ser grabado mientras intercambiaba golpes en una trifulca dentro de un bar de la ciudad. El incidente, que tuvo lugar en el establecimiento «Canta Corazón» en la carretera Querétaro-San Luis Potosí, se viralizó rápidamente en redes sociales a través de un video de 25 segundos. En las imágenes, se observa al exmandatario lanzando puñetazos en medio de la pista de baile, mientras se escucha de fondo una canción y los gritos desesperados de una mujer que pide que los separen. Este suceso ha generado un intenso debate sobre la conducta de figuras públicas fuera de sus cargos, y la forma en que gestionan la vida social tras dejar el poder.
Ante la difusión del video, el exgobernador utilizó su cuenta oficial de Facebook para confirmar que él era el protagonista de la riña. En su publicación, Pancho Domínguez intentó justificar su actuar, argumentando que intervino para proteger a una mujer de su grupo que había sido agredida durante la pelea. «Rechazo firmemente toda forma de violencia contra las mujeres», afirmó en su comunicado, en un intento de enmarcar su participación en la trifulca como un acto de defensa. Sin embargo, su explicación no ha logrado calmar las críticas y el escepticismo de la opinión pública, que cuestiona la necesidad de recurrir a la violencia física.
La Versión Oficial y la Duda Pública
Tanto Francisco Domínguez como la administración del bar «Canta Corazón» emitieron comunicados que coinciden en la versión de los hechos. El establecimiento, a través de un comunicado fechado el 31 de agosto, respaldó la versión de Domínguez, señalando que «en medio de una riña entre terceros, fue agredida una mujer» y que el personal actuó de inmediato. Ambos comunicados también afirman que se interpuso una denuncia formal ante la fiscalía local. Este relato, aunque coordinado, ha sido recibido con cautela por parte de la ciudadanía. La viralidad del video y la ambigüedad de la situación plantean serias dudas sobre la verdadera causa del altercado y si la respuesta del exfuncionario fue la más apropiada.

El hecho de que Francisco Domínguez ya tenga un historial de violencia en su vida política añade una capa de complejidad a este escándalo. En 2006, cuando era diputado federal, fue grabado mientras pateaba a otro legislador, Faustino Soto Ramos. Este antecedente hace que su justificación de «proteger a una mujer» sea vista con suspicacia por muchos, quienes se preguntan si la violencia es una respuesta recurrente en su comportamiento. La riña del exgobernador en el bar, por lo tanto, no es un hecho aislado, sino que se inscribe en un patrón de conducta que ha generado polémica en el pasado, afectando su imagen pública.
Un Patrón de Conducta y el Impacto en la Política
El escándalo no solo afecta la imagen personal de Francisco Domínguez, sino que también tiene implicaciones políticas. La participación de Pancho Domínguez en una pelea resalta la delgada línea entre la vida personal y la figura pública, especialmente para un político con aspiraciones y un pasado en un cargo de alta responsabilidad. La justificación de su agresión, aunque busque ser un acto de caballerosidad, no solo contradice el discurso de «no violencia» que él mismo proclama, sino que también muestra una falta de autocontrol que es mal vista en un líder.
Este tipo de incidentes, protagonizados por figuras políticas, erosionan la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Cuando los líderes no logran mantener la compostura en un entorno privado, se cuestiona su capacidad para manejar situaciones de alta presión en el ámbito público. El incidente de Pancho Domínguez en el bar se convierte en un símbolo de la desconexión entre el discurso político y el comportamiento real, un problema que afecta la credibilidad de las instituciones y los partidos políticos en general, generando un debate más amplio sobre la ética y la moral de quienes aspiran a gobernar.