
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.- El colectivo Tsijil Ba Bij (Nuevo Camino) y el Congreso Nacional Indígena (CNI) han emitido un contundente comunicado desde Agua Clara, municipio de Salto de Agua, para manifestar su «rechazo total» a la construcción de la autopista San Cristóbal-Palenque. La obra, que inició el pasado 8 de junio, ha sido calificada como un «megaproyecto impuesto sin consulta previa, libre e informada» y, según los colectivos, ha generado división y amenaza la forma de vida de las comunidades. Con un lenguaje directo, los grupos indígenas afirman que su tierra no es una mercancía, sino su «raíz, alimento y futuro», lo que denota la profunda conexión que tienen con su territorio y la gravedad de la situación que enfrentan.
Los manifestantes subrayan que esta obra representa una «tormenta que destruye la naturaleza y amenaza nuestra vida». Pese a la adversidad, hacen un llamado a la unión de pueblos, colectivos y organizaciones solidarias para defender lo que consideran vital: «nuestros derechos, nuestra tierra y la vida de nuestros hijos». Esta lucha, que definen como no violenta pero firme, busca asegurar un futuro digno para las generaciones actuales y las que vendrán. El comunicado fue difundido en el marco de la conmemoración del sexto aniversario de un ataque sufrido por la comunidad tseltal, un recordatorio de que su lucha no es nueva, sino una constante por defender su autonomía y territorio.
La Lucha por la Autonomía y la Justicia
La resistencia del colectivo no solo se centra en la oposición a la autopista, sino que también sirve como una plataforma para exigir justicia. En su comunicado, demandan el esclarecimiento de los asesinatos del cura tsotsil, Marcelo Pérez, y de Simón Pedro Pérez López, miembro de Las Abejas de Acteal. Estos crímenes, ocurridos en 2023 y 2021 respectivamente, son recordados como actos de violencia que buscaron infundir miedo, pero que, según los colectivos, no lograron arrancar su dignidad. La memoria de estos líderes es descrita como «semillas de lucha que florecen en nuestros corazones», lo que resalta la resiliencia de la comunidad ante la adversidad.
Los miembros de Nuevo Camino y del CNI también exigen la liberación inmediata de cinco de sus «hermanos tseltales de Cancuc», quienes, según ellos, fueron encarcelados injustamente desde mayo de 2022. Su encarcelamiento es visto como parte de una «criminalización» contra quienes se atreven a defender la vida y la autonomía de sus pueblos. Esta conexión entre la autopista San Cristóbal-Palenque y la criminalización de los defensores de derechos humanos revela un patrón más amplio de opresión y conflicto en la región.

Una Perspectiva Crítica sobre el Desarrollo
El rechazo a la autopista no es simplemente una oposición al progreso, sino una crítica profunda a un modelo de desarrollo que, según las comunidades, prioriza los intereses económicos sobre el bienestar y la preservación de los pueblos originarios. La imposición de una obra de esta magnitud sin una verdadera consulta previa, libre e informada, como lo establece la ley, socava los derechos de las comunidades indígenas y vulnera su autonomía. Lo que el gobierno presenta como una vía de progreso, los colectivos lo ven como una «obra de muerte» que amenaza con destruir su ecosistema, sus costumbres y su identidad cultural, generando división entre vecinos.
El proyecto de la autopista San Cristóbal-Palenque plantea una cuestión fundamental: ¿a quién beneficia realmente el desarrollo? Las comunidades argumentan que estas obras no les traen un futuro digno, sino que son instrumentos de despojo y sometimiento. Su lucha, más allá de bloquear una carretera, es por un modelo de vida alternativo, basado en el respeto a la naturaleza y a la autonomía comunitaria. Por ello, el llamado a la resistencia de los colectivos Tsijil Ba Bij y CNI resuena como un grito por la justicia ambiental y social, instando a una reflexión crítica sobre las verdaderas implicaciones de los megaproyectos en territorios ancestrales.
Impacto Ecológico y Social: Un Futuro Incierto
El megaproyecto de la autopista no solo representa una amenaza para las comunidades indígenas desde el punto de vista cultural y social, sino que también tiene un impacto ecológico devastador. La construcción de una carretera en una región tan rica en biodiversidad como Chiapas conlleva la deforestación de vastas áreas, la fragmentación de hábitats y la alteración de los ecosistemas, lo que podría poner en peligro a especies endémicas. Además, la carretera abriría la puerta a la llegada de empresas turísticas y comerciales que no respetan las leyes de protección del medio ambiente, generando una mayor presión sobre los recursos naturales de la zona, como el agua y la tierra. La autopista San Cristóbal-Palenque se convierte así en un símbolo de la lucha entre el desarrollo insostenible y la preservación de los tesoros naturales y culturales de la región.
