Ismael ‘El Mayo’ Zambada, uno de los narcotraficantes más emblemáticos y discretos de México, se ha declarado culpable de los crímenes de los que se le acusa ante la justicia de Estados Unidos. Esta decisión, tomada en una audiencia en Nueva York, marca el final de una era en el crimen organizado y tiene el potencial de reconfigurar el mapa criminal en toda América Latina. A sus 77 años, Zambada ha aceptado colaborar como testigo protegido con el objetivo de obtener beneficios judiciales, un camino que ya han seguido sus exsocios y familiares, lo que aumenta la incertidumbre sobre qué revelaciones hará y a quiénes delatará.
En un testimonio que ha causado conmoción, el capo admitió haber dirigido «una gran red criminal» durante 50 años y haber pagado sobornos a policías, militares y políticos en México. «Pido perdón a todos por mis acciones, asumo mi responsabilidad», afirmó Zambada, según los reportes periodísticos de la audiencia. Esta declaración de culpabilidad lo expone a una sentencia que se conocerá el próximo 13 de enero y una posible multa de 15,000 millones de dólares. El ahora testigo enfrentaba 24 cargos, incluyendo tráfico de drogas como cocaína, heroína y fentanilo, así como lavado de dinero y posesión de armas.
El fin de una era en el narcotráfico
La audiencia de ‘El Mayo’ Zambada, presidida por el juez Brian Cogan (el mismo que condenó a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán), representa el fin de un largo periodo de poder en el narcotráfico mexicano. Esta decisión debilita aún más al Cártel de Sinaloa, una de las organizaciones criminales más grandes de la región, que ya estaba fragmentada y en una sangrienta disputa interna. El declive de Zambada se suma al de otros líderes como ‘El Chapo’, lo que fuerza una reconfiguración y una lucha por el control entre las facciones restantes, especialmente ‘Los Chapitos’, los hijos de Guzmán.
Una traición que lo llevó a su captura
El camino de Zambada hacia su declaración de culpabilidad fue tan dramático como su carrera en el narcotráfico. Según su propia versión, su captura se dio tras una traición. Fue secuestrado por uno de los hijos de ‘El Chapo’, Joaquín Guzmán López, en una reunión supuestamente para resolver disputas, y llevado a Texas. Allí, Guzmán López se entregó a las autoridades estadounidenses y entregó a Zambada como un «trofeo». Este operativo, que excluyó por completo a las autoridades mexicanas, desató una sangrienta guerra entre las dos facciones del Cártel de Sinaloa que aún continúa, generando una crisis de seguridad en México.
La captura y posterior declaración de culpabilidad de Zambada es un duro golpe para el narcotráfico y un logro para la justicia estadounidense, que llevaba décadas persiguiéndolo. La cooperación de Zambada podría arrojar luz sobre los nexos entre el crimen organizado, la policía y la política en México, algo que la presidenta Claudia Sheinbaum ha minimizado al afirmar que las revelaciones deberán ser probadas por las autoridades mexicanas. El caso de ‘El Mayo’ sigue un patrón ya visto en su familia, con el arresto de sus hijos Ismael Zambada Imperial y Vicente Zambada Niebla, y su hermano Jesús ‘El Rey’ Zambada, quienes también se declararon culpables y se convirtieron en colaboradores.
El hecho de que ‘El Mayo’ Zambada se declarara culpable y haya asumido su responsabilidad contrasta con su carrera, marcada por la discreción y el perfil bajo. A diferencia de otros narcotraficantes que se exhibían públicamente, Zambada siempre evitó los reflectores, lo que le permitió evadir a la justicia durante décadas. Su única aparición mediática fue en una famosa entrevista en 2010, un hecho que en su momento generó un gran escándalo. La captura de Zambada y su posterior colaboración son un recordatorio de que, incluso los líderes más escurridizos, pueden ser finalmente llevados ante la justicia.
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