
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha calificado como «muy exitosa» su reciente encuentro con el líder ruso, Vladímir Putin, en Alaska. Esta reunión, que tuvo lugar el 15 de agosto, y la posterior conversación telefónica del 18 de agosto, han sido un tema central en los comentarios del exmandatario. Según Trump, «cada conversación que tengo con él es una buena conversación», una declaración que refuerza la buena relación que ha buscado cultivar con el líder de Rusia. Este encuentro, que se desarrolló en un ambiente de «respeto mutuo», ha sido un foco de atención internacional.
Trump destacó la importancia del viaje de Putin a territorio estadounidense, al señalar que la visita a Alaska por parte del líder de Rusia fue «una gran declaración de que quiere hacerlo». El expresidente estadounidense reconoció que el viaje no fue sencillo para su homólogo, y lo interpretó como un gesto de buena voluntad hacia las negociaciones. Este encuentro buscaba abordar temas clave de la agenda internacional, incluyendo el conflicto en Ucrania, así como cuestiones de seguridad global, como el control de armas nucleares.
Avances en la desnuclearización y el conflicto ucraniano
Uno de los puntos más importantes de la reunión fue la discusión sobre la limitación de armas nucleares. Trump enfatizó que le gustaría desnuclearizar el mundo, ya que considera que existe «demasiado poder» en manos de las potencias. En este contexto, subrayó la necesidad de incluir a China en las conversaciones, aludiendo al rápido crecimiento de su arsenal nuclear. Según sus proyecciones, China podría alcanzar a Estados Unidos y Rusia en un periodo de cinco años, lo que hace urgente la necesidad de un acuerdo que incluya a Pekín.
La percepción del conflicto en Ucrania
A pesar del éxito que Trump atribuye a la reunión, el conflicto en Ucrania sigue siendo un punto de fricción. El expresidente lamentó que, tras sus conversaciones, se produjeran ataques en Kiev, un hecho que, según sus palabras, «me enfada mucho». A pesar de su frustración, Trump se mostró optimista y afirmó que cree que «vamos a acabar con la guerra», aunque reconoció que es una situación «difícil». El líder ruso, por su parte, señaló que su país percibe «el deseo de la Administración estadounidense y del propio presidente Trump de facilitar la resolución del conflicto».
La histórica cumbre, celebrada en la base militar Elmendorf-Richardson, fue un punto de encuentro para ambos líderes para abordar una variedad de cuestiones. Tanto Trump como Putin coincidieron en que las conversaciones fueron «constructivas», un adjetivo que rara vez se usa para describir las interacciones entre las dos potencias en los últimos años. Este tono de entendimiento, al menos públicamente, contrasta fuertemente con la retórica de la confrontación que a menudo domina el discurso internacional.
El 18 de agosto, una segunda conversación telefónica entre ambos líderes se llevó a cabo, en la que Trump informó a Putin sobre su reunión con líderes europeos y con el líder ucraniano, Volodímir Zelenski. Esta comunicación constante entre los líderes de dos de las potencias nucleares más grandes del mundo demuestra un esfuerzo por mantener un canal abierto de diálogo. A pesar de las diferencias evidentes, el enfoque de la reunión de Alaska parece haber sido el de encontrar puntos en común para avanzar en temas de seguridad global y en la resolución de conflictos.