
Elon Musk y su empresa aeroespacial SpaceX orquestaron una estrategia de influencia multimillonaria para asentar su base de lanzamiento en Boca Chica, un santuario natural en la línea fronteriza de Texas con México. Más de 25 millones de dólares en donaciones, viajes, regalos corporativos y actos de cabildeo desbloquearon permisos, exenciones fiscales y avales legislativos cruciales para la construcción de lo que hoy es la icónica Starbase.
La investigación académica de Michelle Keck y Guadalupe Correa‑Cabrera revela cómo esta alianza entre dinero y política permeó legislaturas locales y federales. Así, Boca Chica dejó de ser un enclave ambiental para convertirse en un enclave espacial estratégico. SpaceX presentó su narrativa como generadora de progreso regional, pero bajo esa fachada se tejieron flexibilizaciones regulatorias y apoyos políticos cuidadosamente cultivados.
Desde minúsculas donaciones de campaña hasta viajes con todos los gastos pagados, la maquinaria de influencia de SpaceX operó con precisión quirúrgica. Legisladores locales, luego de conocer de cerca las instalaciones, promovieron leyes que blindaron a la empresa contra demandas ciudadanas y aceleraron la llegada de permisos.
No ha faltado resistencia. Organizaciones como la South Texas Environmental Justice Network presentaron demandas por descargas contaminantes en ecosistemas frágiles, acusando a SpaceX y a reguladores estatales de permitir violaciones al ambiente costeño. Mientras tanto, la SEMARNAT de México y la EPA de EE. UU. están evaluando procedimientos conjuntos para analizar los lanzamientos desde Starbase con mayor rigor.
Simultáneamente, el Texas Open Beaches Act y la legislación de 2013 permitieron a SpaceX cerrar temporalmente la playa de Boca Chica durante operativos espaciales, en una clara excepción impulsada por su agenda de cabildeo. Aun así, un comité legislativo estatal tumbó una medida que habría transferido por completo el control del acceso a la playa a la empresa, resguardando la supervisión local.
Desde 2012, Musk ha ido comprando terrenos en la zona: lotes que, por unos pocos miles de dólares, se convirtieron en la base para expandir Starbase. Los incentivos estatales incluyeron créditos por millones y fondos fiduciarios destinados a infraestructura espacial, complementando con recursos privados para levantar una verdadera comunidad alrededor del cohete Starship.
En mayo de 2025, Boca Chica fue oficialmente incorporada como la ciudad de Starbase, con una votación de 212‑6. Al frente de la administración están figuras vinculadas a SpaceX, lo que ha abierto el debate sobre conflicto de intereses y transparencia democrática.