
El reciente desalojo de un campamento de personas sin hogar en Washington D. C. ha generado un fuerte debate sobre cómo se está manejando esta crisis social en Estados Unidos. Todo comenzó cuando el presidente Donald Trump publicó en Truth Social varias fotos de tiendas improvisadas en un parque cercano a su ruta hacia un club de golf, exigiendo que los campamentos fueran eliminados de inmediato. Entre las imágenes estaba la de Bill Theodie, un hombre de 66 años que vive en una carpa desde hace años.
Lo que parecía un simple gesto en redes sociales se convirtió en una acción de gran impacto: pocos días después, funcionarios locales y una excavadora llegaron al lugar para desmantelar las pertenencias de quienes vivían ahí. Para Theodie, que había trabajado en construcción hasta 2018, fue un golpe duro: “Es una locura que el presidente me tomara una foto y la usara como herramienta política”, dijo. Su testimonio refleja el choque entre las decisiones políticas y la realidad de miles de personas que sobreviven en las calles.
Crisis de personas sin hogar en la capital

Las cifras muestran que Washington D. C. enfrenta un problema persistente. El último informe municipal señala que en 2025 se contabilizan 5,138 personas sin hogar, una ligera reducción frente a las 5,613 del año anterior. Sin embargo, más de 800 continúan viviendo sin ningún refugio, mientras otras 4,300 dependen de albergues temporales. El campamento desalojado recientemente era considerado el más grande de la ciudad, con al menos 11 residentes.
Aunque la Casa Blanca ha prometido acceso a refugios, programas de salud mental y tratamiento de adicciones, también advirtió que quienes rechacen esta ayuda podrían enfrentar multas o incluso cárcel. Esta medida ha sido cuestionada por activistas y especialistas, que advierten que criminalizar la pobreza no resuelve el problema de fondo y puede agravar la exclusión social.
El desalojo y sus consecuencias
El desalojo dejó en evidencia la fragilidad de quienes viven en situación de calle. Muchos, como George Morgan, de 65 años, solo pudieron conseguir una habitación en moteles gracias a donaciones de personas que presenciaron la escena. Morgan, acompañado de su perro Blue, reconoció que apenas podía costear su estadía: “Estamos esperando a ver si conseguimos otra noche, ya no tengo dinero”, explicó.
Por su parte, Theodie reconoció que dormir en una cama y tomar una ducha tras el desalojo fue un alivio temporal, pero su futuro sigue incierto. Como muchos otros, piensa volver a instalar su carpa en algún punto de la ciudad. La falta de opciones permanentes muestra que, aunque las autoridades ofrecen refugios, estos suelen estar saturados y no siempre garantizan condiciones seguras o dignas.
El análisis de expertos en políticas urbanas, quienes subrayan que la estrategia de Trump es cortoplacista. Si bien busca “limpiar” parques y avenidas principales, no ataca el origen del problema: la falta de vivienda asequible y la precariedad laboral. En Washington, los precios de renta han aumentado un 30% en la última década, mientras los salarios de los trabajadores informales como Theodie se han estancado. Esta combinación expulsa a miles de personas del mercado de vivienda cada año.
De hecho, un estudio de la Universidad de Georgetown indica que cada 100 dólares de aumento en la renta promedio generan un crecimiento del 9% en la población sin hogar. Es decir, sin políticas de vivienda social y apoyo real a quienes buscan estabilidad laboral, los desalojos solo desplazan a las personas sin resolver el problema.
Más allá del debate político, lo que queda claro es que la crisis de las personas sin hogar en Washington no se soluciona con excavadoras ni órdenes ejecutivas. La historia de Theodie, Morgan y muchos más refleja la necesidad urgente de medidas estructurales: vivienda asequible, empleo digno y un sistema de refugios funcional. De lo contrario, la capital estadounidense seguirá enfrentando una contradicción dolorosa: ser la sede del poder mundial y, al mismo tiempo, una ciudad que no puede ofrecer techo a miles de sus habitantes.
