
12 de Agosto 2025.- La exclusión de Naciones Unidas en las operaciones humanitarias ha sido uno de los puntos más controvertidos. Israel acusa a la ONU de tener infiltrados de Hamás, lo que ha llevado a limitar sus actividades y permitir que la Fundación Humanitaria de Gaza, con sede en Estados Unidos, tome la delantera en la distribución de alimentos. Sin embargo, esta organización también ha sufrido ataques y reportes de violencia en sus puntos de ayuda, aunque niega incidentes mortales dentro de sus instalaciones.
La situación alimentaria en Gaza es desesperada. Según estimaciones de la ONU, el 90% de los dos millones de habitantes de Gaza está en riesgo de hambruna. Los datos oficiales indican que ya se han registrado 227 muertes por inanición, incluidas 103 de niños, una tragedia que refleja la magnitud del colapso humanitario y la urgente necesidad de soluciones efectivas y rápidas.

Una condena internacional sin acciones claras
En respuesta a esta crisis, el Reino Unido y otros 27 países emitieron una declaración conjunta donde condenan el agravamiento de la situación en Gaza y piden a Israel medidas inmediatas para facilitar el acceso humanitario. La declaración subraya la necesidad de proteger la ayuda de cualquier uso político y de garantizar que los envíos de ayuda lleguen sin trabas a la población civil.
Los firmantes incluyen a varias naciones europeas y otros países como Australia, Canadá y Japón, además de altos representantes de la Unión Europea. Sin embargo, esta condena, aunque significativa en lo simbólico, no ha logrado traducirse en acciones concretas sobre el terreno que detengan la escalada de violencia ni que alivien la crisis humanitaria.
Impacto sobre la población civil y las consecuencias a largo plazo
Desde el inicio de la guerra en 2023, el Ministerio de Sanidad de Gaza reporta la muerte de más de 61,000 palestinos, sin distinguir entre civiles y combatientes, aunque la ONU estima que más de dos tercios de las víctimas confirmadas son mujeres y niños. Esta alta tasa de víctimas civiles evidencia la tragedia humanitaria y el colapso de servicios esenciales, como la salud y la alimentación, en el enclave.
La constante violencia y la falta de acceso a ayuda vital podrían agravar aún más la desnutrición y el sufrimiento de una población ya muy vulnerable. El deterioro de la situación podría tener consecuencias duraderas, desde daños en la infraestructura hasta impactos psicológicos profundos en las nuevas generaciones.

La crisis invisible de la salud mental en Gaza
Además de la urgente necesidad de ayuda material, es fundamental destacar el impacto psicológico que esta guerra está dejando en la población gazatí. Estudios realizados por organizaciones independientes señalan un aumento alarmante en casos de estrés postraumático, ansiedad y depresión entre niños y adultos. La falta de acceso a servicios de salud mental y el trauma acumulado durante meses de bombardeos hacen que la crisis humanitaria sea también una crisis psicológica invisible, que podría persistir mucho después de que cesen las hostilidades.
Invertir en atención psicosocial y crear corredores seguros para la atención médica integral deben ser prioridades en la agenda humanitaria internacional si se quiere evitar una catástrofe aún mayor a nivel social.
Un llamado urgente a la comunidad internacional