
En 2017, Roberto González, un hombre trabajador y deportista originario de Playa del Carmen, Quintana Roo, fue víctima de una brutal golpiza por parte de su vecino, identificado como Rodrigo “N”, apodado por redes como “Lord Cobarde”. El ataque, perpetrado sin provocación mientras Roberto intentaba mediar una discusión, lo dejó con lesiones irreversibles en la médula espinal, provocándole cuadriplejia.
Desde entonces, Roberto depende completamente de cuidados médicos especializados y ha luchado por rehacer su vida en condiciones de discapacidad extrema, mientras enfrentaba un largo y desgastante proceso legal en busca de justicia.
⚖️ Un juicio largo y doloroso
Durante años, el caso enfrentó retrasos procesales, recursos legales por parte de la defensa del agresor y una aparente falta de voluntad institucional para resolver el caso. Sin embargo, gracias al activismo constante de la familia de Roberto, abogados defensores de derechos humanos y campañas en redes sociales, el caso logró permanecer en la atención pública.
En agosto de 2024, se realizó una audiencia clave de casi nueve horas en Playa del Carmen. Cientos de ciudadanos se movilizaron para exigir una sentencia justa con pancartas que decían: “Justicia para Roberto” y “No más impunidad”.
📢 El veredicto: cárcel y reparación del daño
Finalmente, a mediados de 2025, el juez dictó sentencia condenatoria contra Rodrigo “N” por el delito de lesiones calificadas, imponiéndole:
- 10 años y 8 meses de prisión
- Reparación integral del daño, tanto físico como moral, incluyendo:
- Compensación económica por tratamientos médicos
- Apoyo vitalicio para atención médica y cuidados especializados
- Reconocimiento del daño psicológico causado a la familia
Este fallo representa un precedente importante en la defensa de los derechos de las víctimas de violencia, especialmente en casos donde la discapacidad permanente es consecuencia directa del delito.
🧍♂️ La lucha sigue
Aunque la sentencia fue recibida con alivio por la familia y la comunidad, Roberto aún enfrenta una vida marcada por el dolor físico, la limitación motriz y la necesidad de cuidados constantes. Su caso ha sido citado por organizaciones civiles como ejemplo de cómo la impunidad puede combatirse cuando la sociedad exige justicia sin descanso.
“Esto no nos devuelve la vida de antes, pero al menos manda el mensaje de que no se puede golpear a alguien hasta dejarlo paralítico… y salir impune”, dijo su hermana tras conocer la sentencia.