
A medida que se acerca el plazo impuesto por el presidente Donald Trump para que Rusia termine la guerra en Ucrania o enfrente un castigo económico severo, la Casa Blanca se prepara para una posible cumbre con Vladimir Putin. La situación es compleja, pues mientras se anuncian nuevas sanciones, se avanzan negociaciones para un encuentro cara a cara que podría redefinir el rumbo del conflicto.
Trump anunció esta semana que impondrá nuevas sanciones a Moscú, incluyendo lo que llamó “sanciones secundarias” contra países que continúen comprando energía rusa, como India y China. Sin embargo, el presidente mostró incertidumbre sobre la aplicación efectiva de estas medidas, indicando que “dependerá de Putin” y de su disposición para negociar. Esto refleja una contradicción en la estrategia de Washington entre presión económica y diplomacia.
Las negociaciones y la estrategia de Trump
El acercamiento hacia una posible cumbre ha sido objeto de especulaciones y movimientos diplomáticos tanto en Washington como en Moscú. Aunque funcionarios estadounidenses y rusos han confirmado preparativos preliminares, aún no hay confirmación sobre la fecha, el formato ni el lugar de la reunión. El Kremlin ha sugerido a los Emiratos Árabes Unidos como posible sede, mientras que la Casa Blanca evalúa opciones.
Trump ha mostrado frustración con Putin, a quien acusa de ser poco confiable, pero también se ha mostrado dispuesto a escucharlo personalmente con la esperanza de lograr un acuerdo que detenga el derramamiento de sangre en Ucrania. Incluso, mencionó que no condicionaría la cumbre a un encuentro trilateral con el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, a pesar de que la comunidad internacional y varios líderes europeos ven esa reunión como clave.
La tensión entre sanciones y diplomacia

Mientras avanzan las conversaciones para una posible cumbre, Estados Unidos ha aplicado un arancel adicional del 25 % a India por importar petróleo ruso, una medida que refleja el endurecimiento en la política de sanciones. Además, se estudian acciones para atacar la llamada “flota en la sombra” rusa, usada para evadir restricciones internacionales.
Esta dualidad entre sanciones y diplomacia crea un escenario incierto, pues algunos funcionarios temen que la cumbre pueda ser aprovechada por Putin para ganar tiempo y prolongar la guerra. Al mismo tiempo, legisladores republicanos y líderes europeos apoyan las sanciones, esperando que aumenten la presión sobre Moscú.