El plan de Israel para controlar Gaza fue aprobado este viernes por el gabinete de seguridad, marcando un nuevo capítulo en el conflicto con la Franja. El objetivo es intensificar la guerra y ocupar progresivamente toda la ciudad de Gaza, una estrategia que ha generado fuertes críticas y temores por el aumento de víctimas civiles y el destino de los rehenes israelíes.
Este controvertido plan, presentado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, busca el desarme de Hamás y establecer un control de seguridad israelí sobre la Franja, además de instalar un gobierno civil que no esté liderado ni por Hamás ni por la Autoridad Palestina. Sin embargo, expertos y organismos internacionales han advertido sobre las graves consecuencias humanitarias que esta escalada puede desencadenar.
Impacto en la población y desplazamientos masivos
Se estima que la ocupación total de Gaza obligará al desplazamiento de cerca de un millón de palestinos hacia el sur de la franja. La mayoría de los dos millones de habitantes ya han sufrido desplazamientos forzados y viven en condiciones precarias. Con más de 61 mil muertos reportados por el Ministerio de Salud de Gaza, la situación humanitaria se agrava día a día.
Muchos residentes, como Sabrine Mahmoud, han expresado su negativa a abandonar sus hogares nuevamente. Las críticas internacionales se han intensificado, con países como Turquía denunciando que el plan busca desplazar a los palestinos de su tierra por la fuerza, lo que podría constituir un grave crimen contra la población civil.
Riesgos para los rehenes y la oposición interna en Israel
Una de las principales preocupaciones es la suerte de los 20 rehenes israelíes que se cree están retenidos en Gaza. Tanto sus familias como el ejército han advertido que una ofensiva mayor podría poner en peligro sus vidas. Organizaciones que apoyan a las familias de los rehenes han pedido detener la operación para evitar una “catástrofe colosal”.
Dentro de Israel, el plan también enfrenta resistencia. Cerca de 600 exfuncionarios de seguridad han solicitado que se termine la guerra, señalando que ocupar Gaza sin un plan claro podría ser contraproducente y dañar la reputación internacional del país. A pesar de esto, Netanyahu parece decidido a continuar con su estrategia para eliminar a Hamás.
Más allá de los riesgos inmediatos, este plan pone en evidencia una crisis estratégica y moral para Israel. La ocupación de Gaza podría desencadenar una insurgencia prolongada y compleja, similar a otros conflictos de ocupación en la historia moderna. Además, la creciente desaprobación internacional, incluso de aliados tradicionales como Alemania y países de la Unión Europea, señala un aislamiento político que podría afectar la seguridad y la economía israelíes a largo plazo. El futuro de Gaza y la región dependerá de la capacidad de las partes para buscar soluciones políticas que eviten la destrucción total y permitan una convivencia pacífica.
