
7-Agostop-2025.-En Gurugram, un suburbio acomodado cerca de Delhi, los lujosos vehículos y rascacielos conviven muy cerca de barrios marginales llenos de mosquitos, basura y viviendas improvisadas. Mientras en las zonas cerradas viven algunos de los más ricos de India, a pocos metros habitan trabajadores migrantes pobres, en su mayoría ayudantes domésticos, recolectores de basura y jornaleros.
El mes pasado, las autoridades locales realizaron una redada masiva para identificar y detener a presuntos inmigrantes ilegales de Bangladesh, enfocándose especialmente en trabajadores bengalíes musulmanes provenientes del estado de Bengala Occidental. Cientos fueron retenidos en centros de detención donde debían mostrar documentos para probar su ciudadanía, pero muchos denuncian haber sufrido maltratos policiales, acusaciones que la policía niega.
Ather Ali Sheikh, un trabajador jornalero que ha vivido 15 años en la ciudad, relató que aunque mostró sus documentos oficiales, los agentes los consideraron falsos y estuvo seis días sin saber su destino hasta que finalmente fue liberado. Esta situación ha dejado una herida profunda en la comunidad, conocida por su diversidad cultural.
La persecución provocó que cientos de trabajadores huyeran de la ciudad de un día para otro, abandonando empleos, casas e incluso familias. «No entiendo por qué vinieron por mí,» dijo Sheikh mientras su esposa apresuraba el embalaje de sus pertenencias modestas. «¿Será por mi idioma, mi religión o porque soy pobre? ¿Por qué no detuvieron a los bengalíes ricos?»
La redada refleja tensiones sociales y económicas entre distintas comunidades, poniendo en evidencia la fragilidad de la convivencia en una ciudad que se enorgullece de ser cosmopolita pero que enfrenta desafíos profundos en temas migratorios y derechos humanos.