
4-Agosto-2025.-El volcán Krashenínnikov, situado en la península rusa de Kamchatka, ha sorprendido al mundo al entrar en erupción después de más de cinco siglos inactivo. Durante la noche del domingo, el coloso expulsó una densa columna de ceniza que alcanzó los seis kilómetros de altura, según reportes del personal de la Reserva Kronotsky. Las impresionantes imágenes difundidas muestran enormes nubes de humo, dejando claro que la naturaleza sigue siendo impredecible.
Un fenómeno histórico con versiones diferentes
Olga Girina, jefa del Equipo de Respuesta a Erupciones Volcánicas de Kamchatka (KVERT), confirmó a la agencia RIA Novosti que la última erupción conocida se había producido en 1463. Sin embargo, el Programa de Vulcanismo Global del Instituto Smithsonian, en Estados Unidos, sostiene que ocurrió en 1550. Esta discrepancia de casi un siglo refleja las dificultades históricas para documentar con precisión los eventos volcánicos en regiones tan remotas.
Actividad sísmica y alertas por tsunami
La erupción no vino sola: estuvo acompañada de un fuerte terremoto de magnitud 7 que activó alertas de tsunami en tres zonas de Kamchatka. Afortunadamente, las autoridades informaron que no hubo víctimas, aunque advirtieron que el volcán podría continuar con actividad explosiva moderada en los próximos días.
El suceso se produce pocos días después de que un terremoto de magnitud 8,8 sacudiera la región, lo que provocó una alerta de tsunami en todo el océano Pacífico. La combinación de sismos y erupciones ha puesto a Kamchatka en el foco de los sistemas internacionales de monitoreo sísmico y volcánico, que ahora observan con atención los próximos movimientos geológicos de la zona.
El contexto sísmico actual también afecta a otros volcanes de la región, como el Klyuchevskoy, que entró en erupción pocas horas después del terremoto. Esto confirma que Kamchatka sigue siendo una de las áreas más activas del “Anillo de Fuego del Pacífico”, una franja donde las placas tectónicas provocan constantes terremotos y erupciones.
Más allá del impacto inmediato, este evento refuerza la necesidad de fortalecer los sistemas de alerta temprana y la cooperación internacional. Los expertos destacan que fenómenos de esta magnitud pueden afectar no solo a las comunidades locales, sino también al tráfico aéreo y, en casos extremos, al clima global. Kamchatka vuelve a recordarle al mundo que, pese a los avances tecnológicos, la naturaleza siempre tiene la última palabra.