
1-Agosto-2025.-Un año de haber recuperado su libertad tras pasar más de cinco años encarcelado en Rusia, Paul Whelan describe su regreso a Estados Unidos como un proceso “interesante”, pero cargado de enormes desafíos. “Literalmente tuve que empezar de nuevo”, confesó en entrevista con CNN. Su vida en Michigan ya no era la misma: “La casa ya no está. Los autos ya no están. El empleo ya no está. No hay seguro de salud”.
El exmarine estadounidense fue arrestado en 2018 en Moscú, mientras asistía a la boda de un amigo, bajo cargos de espionaje que él siempre negó. Su detención derivó en una larga negociación que culminó en un amplio acuerdo de intercambio de prisioneros entre Estados Unidos y Rusia, permitiendo su liberación casi seis años después.
El regreso a su país no ha sido fácil. Whelan asegura que sufre trastorno de estrés postraumático, especialmente cuando se encuentra en habitaciones de hotel, recordando el violento arresto que marcó el inicio de su pesadilla. Volver a recorrer las calles de su ciudad, visitar los parques o retomar actividades que hacía antes —como pasear a su perra, que falleció durante su encarcelamiento— le tomó varios meses de adaptación.
A estos retos emocionales se suman los económicos. Whelan sigue sin conseguir empleo, pues muchas empresas no contratan a personas que han estado en prisión, incluso cuando se trata de detenciones injustas. “La mayoría entiende que fue una detención injusta, pero no saben qué hacer con eso. No encaja en sus políticas”, comentó.
Consciente de que su situación no es única, Whelan trabaja junto a las congresistas de Michigan Debbie Dingell y Haley Stevens para impulsar una ley que financie atención médica, dental y psicológica para exrehenes, así como compensación económica, bajo el marco de la Ley Levinson, que hasta ahora no ha sido financiada.