
29 JULIO 2025- NACIONAL-La noche del Super Show de WWE en la capital mexicana se transformó en una auténtica fiesta de lucha libre mexicana, encabezada por Penta “El Cero Miedo”, quien regresó a casa como todo un ídolo internacional. Ante más de 20 mil asistentes, el nacido en Ecatepec fue recibido con ovaciones y cánticos que estremecieron el recinto. Su aparición, adornada por un penacho gigante y luces dramáticas, marcó uno de los momentos más memorables del evento, donde enfrentó a Gunther por el título Mundial Pesado, en un combate lleno de intensidad y espectáculo.
El regreso de un héroe nacional al ring internacional
Aunque Penta cayó por conteo rápido, su actuación fue un recordatorio del poder que tiene la lucha libre mexicana fuera del país. El cariño del público se reflejó no sólo en los aplausos, sino también en la admiración de nuevas generaciones, como la de un niño enmascarado que no perdió detalle de su héroe. La conexión emocional que genera este tipo de figuras es una prueba de que el talento nacional no solo compite al tú por tú en escenarios internacionales, sino que también representa la identidad cultural de un país que ha sabido forjar luchadores con garra, historia y estilo propio.

Máscaras, herencia y orgullo nacional
El evento también sirvió para rendir homenaje a la rica tradición de la lucha libre mexicana. Participaron luchadores como Humberto Carrillo, Ángel Garza, Rey Fénix, Andrade Cien Almas y Dominik Misterio, quienes deleitaron al público con movimientos aéreos espectaculares. La presencia de Mr. Iguana, Psycho Clown y Pagano, provenientes de Triple A, demostró que la fusión entre compañías puede generar espectáculos únicos sin perder las raíces que hacen tan especial este deporte-espectáculo. La diversidad de estilos y generaciones fue un reflejo del presente y el futuro del pancracio mexicano.
Un deporte que también es patrimonio cultural
Vale la pena recordar que la lucha libre mexicana fue reconocida como patrimonio cultural intangible por su historia, simbolismo y legado. Desde los combates a ras de lona de los años 50 y 60, hasta la espectacularidad moderna influenciada por el wrestling estadounidense, esta disciplina ha evolucionado sin perder su esencia. Sin embargo, también hay que hacer un llamado crítico: la industria debe proteger su autenticidad ante los riesgos de una globalización que puede diluir sus rasgos más distintivos. La colaboración internacional debe fortalecer, no sustituir, las raíces del espectáculo.

El reto de mantener viva la tradición
El testimonio de aficionados como Rodrigo Hernández, quien creció viendo luchas extranjeras en TV abierta, y Javier González, quien rememora a El Santo y Blue Demon, refleja esa dualidad entre nostalgia y renovación. A pesar de los cambios, la lucha libre mexicana sigue viva, pero necesita más espacios de difusión nacional, respeto a sus exponentes y políticas culturales que valoren su impacto social. La presencia de figuras como Penta en eventos de la WWE es un logro, pero también un recordatorio de que debemos cuidar y promover a nuestros ídolos antes de que se consagren en el extranjero.
Educación y formación de nuevas generaciones
Como complemento necesario, se debe apostar por la formación de nuevas generaciones de luchadores en escuelas accesibles, con preparación técnica, física y ética. La lucha libre mexicana es más que entretenimiento; es una vía de desarrollo para jóvenes de comunidades marginadas que encuentran en el ring una oportunidad de superarse. Crear programas de apoyo desde el sector deportivo y cultural podría no solo profesionalizar aún más el gremio, sino también conservar el legado que figuras como Penta y otros íconos han llevado con orgullo al mundo.