
Noroña habla de clasismo y minimiza el escándalo: “Ya no robamos, solo viajamos bonito”
Las redes sociales estallaron esta semana tras la aparición de fotografías de Andy López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, en un exclusivo hotel de Tokio. La controversia se desató porque, pese a las banderas de austeridad republicana que tanto defendió la 4T, las imágenes mostraban a López Beltrán disfrutando de un hospedaje que contrasta con el discurso de cercanía al pueblo. Ante la oleada de críticas, fue el senador Gerardo Fernández Noroña quien salió al rescate, lanzando una defensa inusual, que lejos de calmar las aguas, las agitó más.
“¿Quién decide si un hotel es lujoso o no?”, preguntó Noroña con ironía, al tiempo que acusaba a los críticos de incurrir en “puro clasismo”. Aseguró que si Andy pagó sus vacaciones con su propio dinero, no debería haber ningún escándalo, y añadió sarcásticamente: “¿Nos van a pasar la lista de hoteles en los que sí se puede estar?”. Pero lo que más llamó la atención fue su justificación final: “Antes robaban a manos llenas, ahora lo peor que pueden decir de nosotros es que fuimos a un hotel caro”.
Polémica por vacaciones de Andy López reaviva críticas a la austeridad de la 4T
Esta frase generó revuelo porque implícitamente acepta que, aunque no haya corrupción directa, sí hay una incongruencia entre el discurso y las acciones. Para muchos, el problema no es que Andy López vacacione, sino que lo haga en destinos de élite mientras la narrativa oficial sigue hablando de pobreza franciscana, recortes, y gobierno del pueblo. La reacción del senador también expone un tono defensivo, casi de resignación, ante una ciudadanía cada vez más vigilante.
Este caso es más que una anécdota de vacaciones. Se trata de un reflejo del deterioro de la imagen moral con la que la 4T conquistó a millones. Si antes se condenaban los lujos de expresidentes y sus familias, ahora se justifica que los hijos del poder vivan como cualquier élite, siempre y cuando “lo paguen ellos”. ¿En qué momento se perdió la brújula ética que tanto se presumía?
Además, el episodio ocurre en un contexto complicado para el nuevo gobierno de Claudia Sheinbaum, quien ha heredado tanto las promesas como las contradicciones de la administración anterior. Casos como el de Andy López podrían minar su narrativa de continuidad honesta y eficientista, sobre todo si figuras como Noroña salen a responder con sarcasmo y no con rendición de cuentas.
La ciudadanía no exige perfección, pero sí coherencia. Cuando los símbolos de la austeridad rompen el molde, la crítica no es clasista: es una señal de que la credibilidad está en juego.