el ministro israelí ultranacionalista Amihai Ben‑Eliyahu —al frente del Ministerio de Patrimonio— realizó declaraciones altamente polémicas durante una entrevista radiofónica, afirmando que «toda Gaza será judía» y que el gobierno busca expulsar a la población gazatí. Añadió que los habitantes de Gaza fueron “educados con Mi Lucha”, el libro de Adolf Hitler, sugiriendo que ese hecho justifica no aliviar el hambre en la Franja, pues “ninguna nación alimenta a sus enemigos” .
Aunque desde el gobierno de Benjamin Netanyahu no hubo confirmación de que estas declaraciones reflejen una postura oficial, varios analistas las califican como parte de un discurso de deshumanización que rememora la retórica nazi.
La Franja de Gaza enfrenta una crisis humanitaria sin precedentes: bloqueo, ofensivas militares y hambruna, con Naciones Unidas advirtiendo que el 100 % de su población está en riesgo de inanición . Memoriales independientes —como actos judiciales de la Corte Penal Internacional y de la Corte Internacional de Justicia— han señalado que las acciones de Israel podrían constituir genocidio, al aplicar fuerza extrema, negar suministros básicos, impedir nacimientos y provocar muerte masiva de civiles.
Organizaciones como Amnistía Internacional concluyeron que existen pruebas suficientes para afirmar que Israel ha cometido actos genocidas contra los gazatíes, incluyendo hambruna deliberada, deshumanización y bombardeos indiscriminados sobre infraestructura civil.
Respaldando las acusaciones de genocidio, diversas figuras y gobiernos han reaccionado:
- Francesca Albanese (ONU) afirmó que existen “motivos razonables” para considerar genocidio por la intención de causar daños físicos y mentales dirigidos contra los palestinos como grupo en Gaza .
- Erdogan, presidente de Turquía, fue enfático al comparar a Netanyahu con Hitler, exhortando a la comunidad internacional a impedir sus acciones genocidas .
- Líderes internacionales como Lula, de Brasil, también han señalado el genocidio en Gaza al compararlo con el Holocausto; dichas declaraciones desataron crisis diplomáticas con Israel, incluyendo la declaración de persona non grata del mandatario brasileño.
Las referencias explícitas al nazismo, como las de Ben‑Eliyahu, profundizan la preocupación sobre la trivialización del genocidio y la manipulación del lenguaje. Tal como advierte Antonio Papell en su artículo “La banalización del genocidio”, la indiferencia colectiva y la apropiación política del Holocausto con fines justificativos pueden conducir a la repetición de atrocidades similares .
Este fenómeno también se enmarca dentro de una narrativa global en la que líderes y movimientos usan la memoria del Holocausto como instrumento de propaganda, desviando la atención del sufrimiento actual de Gaza y distorsionando la naturaleza de los crímenes cometidos
