
21 JULIO 2025- INTERNACIONAL- El tenis en silla de ruedas es una disciplina que ha logrado consolidarse internacionalmente en menos de cinco décadas. Desde su creación en 1976, ha escalado hasta formar parte de los Juegos Paralímpicos desde 1992 y de los torneos Grand Slam a partir del 2002. Actualmente, más de 600 atletas cuentan con un ranking profesional, lo que demuestra su avance global. Sin embargo, en México este crecimiento no se ha reflejado con la misma fuerza, debido principalmente a la falta de detección de talentos y al escaso impulso institucional.
Margarito Bautista, con 35 años en este deporte, advierte que en nuestro país hay muy pocos jugadores activos y que la mayoría ya son veteranos. “Después de Guadalajara 2011 teníamos hasta 16 jugadores participando en torneos, pero eso se fue reduciendo. Necesitamos más entrenadores comprometidos y que los clubes abran sus puertas a nuevos talentos”, comentó. A diferencia de Europa y otras regiones, en México aún se carece de una estrategia clara para formar y apoyar a nuevos paratenistas.

El poder transformador del deporte adaptado
A pesar de las dificultades, algunos deportistas han logrado destacar a nivel nacional e internacional. Ejemplo de ello es Carlos Daniel Muro Chavarría, quien ha sido medallista parapanamericano y seleccionado nacional en Santiago 2023. También destacan nombres como Luis Pablo Peña y Alfonso Quevedo. Sin embargo, estas excepciones confirman la regla: el tenis adaptado sigue sin tener el respaldo que merece. La falta de sillas especializadas, recursos económicos y entrenadores capacitados limita la participación de nuevos atletas.
La historia del costarricense José Pablo Gil muestra el enorme impacto que puede tener el deporte adaptado en la vida de una persona. Tras un grave accidente a los 21 años, pasó de estar en coma a competir en dos Juegos Paralímpicos. “El deporte me salvó. El tenis en silla de ruedas me devolvió los sueños que creía perdidos”, aseguró. Hoy, aspira a clasificar a Los Ángeles 2028 y sueña con ver más atletas centroamericanos compitiendo a alto nivel. Su testimonio deja claro que el acceso al deporte puede ser la diferencia entre la resignación y la esperanza.

Zuleiny Rodríguez, tenista colombiana, vivió una historia similar. Nació con malformaciones en las piernas y, tras probar distintos deportes, encontró en el tenis en silla de ruedas una pasión que la llevó hasta los Juegos Paralímpicos de París 2024. Con un diploma olímpico en mano, su objetivo es clasificar directamente a la justa de Los Ángeles 2028 y llegar al podio. “En este deporte pierdes mucho, pero esas pocas victorias hacen que todo valga la pena”, afirmó.
A nivel global, el tenis adaptado tiene su propio circuito profesional que funciona como un espejo de la ATP, con más de 250 torneos anuales en todo el mundo. Este tour incluye competencias en los mismos estadios de los Grand Slam, lo que ha contribuido a aumentar su visibilidad ante patrocinadores y medios. De hecho, los mejores paratenistas ya son considerados embajadores del deporte adaptado y cuentan con contratos profesionales, lo que demuestra el potencial económico y social del tenis en silla de ruedas si se le apoya adecuadamente.
El reto para países como México no es solo desarrollar nuevos talentos, sino también generar estructuras sostenibles. Esto incluye impulsar programas de iniciación deportiva, facilitar el acceso a equipamiento especializado y promover una cultura inclusiva en los clubes deportivos. El tenis en silla de ruedas no solo es competitivo y exigente; también es una herramienta poderosa para la rehabilitación, inclusión y superación personal.
