
Lejos de dejarse intimidar por los nuevos aranceles del 25 % impuestos por Estados Unidos sobre productos clave como acero, aluminio, autos y energÃa, Canadá ha respondido con una jugada estratégica que está sorprendiendo al mundo: convertir la crisis en una oportunidad de crecimiento.
Esta medida por parte del gobierno estadounidense, que buscaba presionar a su vecino del norte, terminó despertando una oleada de nacionalismo económico en Canadá. Los consumidores canadienses comenzaron a rechazar productos estadounidenses, como el whisky y ciertas cadenas de comida rápida, en favor de opciones nacionales. Marcas como A&W y plataformas locales como CBC Gem vieron un notable aumento en su popularidad, impulsadas por un renovado espÃritu de apoyo a lo hecho en casa.
Pero el impacto no se quedó solo en las decisiones del consumidor. Canadá ha comenzado a derribar barreras internas que por años limitaron el comercio entre provincias. Lo que antes era un enredo regulatorio que obstaculizaba la libre circulación de productos nacionales, hoy se está transformando en una red más fluida de intercambio interno, lo que promete dinamizar la economÃa local a gran escala.
Al mismo tiempo, el gobierno canadiense ha redoblado sus esfuerzos para diversificar sus alianzas comerciales. Mientras cumple con los acuerdos del T-MEC (CUSMA), Canadá está fortaleciendo sus lazos con Europa, Asia y el sur global, buscando reducir su dependencia del mercado estadounidense.