
18 DE JULIO-A solo dos días de que se lleve a cabo la segunda marcha contra la gentrificación en la Ciudad de México, la presidenta Claudia Sheinbaum hizo un llamado claro: que la movilización sea pacífica. Recordó que México garantiza la libertad de expresión y de manifestación, pero insistió en que esto debe ejercerse sin violencia, al tiempo que subrayó que el fenómeno ya está siendo atendido desde el gobierno capitalino.
La marcha está convocada para el domingo 20 de julio a las 15:00 horas, con salida desde la estación del Metrobús Fuentes Brotantes, en el sur de la capital, con rumbo hacia El Caminero. Esta será la segunda protesta organizada por colectivos ciudadanos en contra del aumento en el costo de vida que ha desplazado a muchos residentes locales, particularmente tras la pandemia de COVID-19.
La primera marcha, celebrada el 4 de julio en las colonias Roma y Condesa, terminó en actos de violencia, lo cual encendió las alertas del gobierno. Por ello, Sheinbaum exhortó a los manifestantes a no repetir esos hechos: “Que no haya violencia. En México hay derecho a la libre expresión, aunque algunos digan que no, es falso. Que se manifiesten pacíficamente”, señaló.

Sheinbaum también abordó un tema delicado: la discriminación hacia personas extranjeras que han decidido vivir en México, aunque sea por una temporada. Recalcó que no debe usarse la gentrificación como pretexto para rechazar o discriminar a quienes vienen de otros países. “Quien quiera vivir aquí tiene que ser respetuoso de nuestras leyes, nuestra Constitución y con todas y todos los mexicanos”, expresó.
Como respuesta institucional, esta semana la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, presentó el “Bando 1. Por una ciudad habitable y asequible”, un plan que contempla 14 medidas. Entre ellas se incluyen la estabilización de rentas, la creación de una ley de rentas justas y sostenibles, el fortalecimiento de la regulación sobre alquileres y la construcción de vivienda pública.
Aunque las medidas del gobierno capitalino son un paso importante, organizaciones sociales han señalado que el impacto de la gentrificación va más allá del costo de vivienda. También afecta la identidad cultural de los barrios, genera exclusión social y cambia la oferta de servicios hacia un perfil turístico o de alto poder adquisitivo. Expertos advierten que, sin una política nacional coordinada y con visión a largo plazo, estos esfuerzos locales podrían ser insuficientes. La clave, dicen, está en combinar la protección del tejido social con el desarrollo económico equilibrado y regulado.
