
11 DE JUNIO-Los incendios forestales volvieron a poner en alerta al oeste de Estados Unidos, luego de que dos importantes parques nacionales tuvieran que cerrar sus puertas y evacuar a visitantes y personal. El Black Canyon of the Gunnison, en Colorado, y el Gran Cañón, en Arizona, fueron afectados por las llamas tras intensas tormentas eléctricas. La situación ha movilizado a cuerpos de emergencia, bomberos y autoridades locales ante el riesgo de que el fuego se extienda a zonas habitadas.

En Colorado, un rayo desencadenó incendios en ambos extremos del Black Canyon, una zona conocida por su terreno accidentado y escasa accesibilidad. Según las autoridades del parque, el fuego en el borde sur ha consumido más de 6.5 kilómetros cuadrados y todavía no ha podido ser contenido. Las condiciones climáticas no son favorables: hay temperaturas altas, poca humedad, vientos fuertes y mucha vegetación seca, una combinación peligrosa para los equipos de control.
Mientras tanto, en Arizona, el borde norte del Gran Cañón también tuvo que ser cerrado debido a un incendio forestal que se originó en tierras de la Oficina de Administración de Tierras, cerca del área de Jacob Lake. El incendio comenzó tras el paso de una tormenta eléctrica el miércoles por la noche y ya ha consumido casi 4 kilómetros cuadrados. Las autoridades del condado de Coconino coordinaron la evacuación de residentes y campistas del Bosque Nacional Kaibab para evitar víctimas.
La situación es crítica en ambas zonas, no sólo por el impacto ecológico sino también por el peligro que representa para turistas y comunidades cercanas. La temporada alta de visitantes se ha visto interrumpida, afectando también a negocios locales que dependen del turismo. Aunque los parques han sido evacuados con rapidez, los incendios siguen activos y el personal de emergencia trabaja contrarreloj para evitar que se salgan de control.
Este tipo de incidentes no son nuevos en la región, pero lo que preocupa a expertos es la frecuencia y fuerza con la que están ocurriendo. El cambio climático ha intensificado las temporadas de incendios en Estados Unidos, haciendo que fenómenos como rayos en zonas secas generen catástrofes. Los científicos advierten que sin políticas de prevención y manejo forestal adecuadas, estos eventos podrían ser aún más graves en los próximos años.
Un dato relevante que no se ha destacado lo suficiente es que ambos parques se encuentran en regiones clave para la biodiversidad local. En el caso del Black Canyon, el área alberga especies únicas de aves rapaces y flora endémica que podrían verse gravemente afectadas si los incendios avanzan sin control. Por su parte, el incendio en el Gran Cañón amenaza zonas de importancia cultural para comunidades indígenas como los Hualapai y los Kaibab-Paiute. Este tipo de desastres no solo representan pérdidas ambientales y económicas, sino también un daño irreparable al patrimonio cultural y natural de Estados Unidos. Por ello, organizaciones ambientalistas han pedido reforzar los recursos para monitoreo, prevención y respuesta rápida a incendios, así como replantear las prácticas de manejo forestal actuales.
