
Boston, Massachusetts — 10 de julio de 2025. Las luces brillaban intensamente en el mítico Fenway Park, y la tensión se palpaba en el aire. Los Medias Rojas de Boston, con una energía imparable, escribieron otra página gloriosa de su temporada al remontar un duelo adverso y vencer 4-3 a los Rays de Tampa Bay, sumando así su séptima victoria consecutiva. Una noche para el recuerdo, en la que la resiliencia, la juventud y el talento del equipo se combinaron en una sinfonía de béisbol vibrante.
El duelo no arrancó fácil para los dirigidos por Alex Cora. Walker Buehler, el estelar lanzador de Boston, se vio en aprietos temprano en el juego. En el tercer episodio, Junior Caminero conectó un sólido cuadrangular que silenció momentáneamente a los fanáticos. Más tarde, Ha-Seong Kim repitió la dosis con otro batazo de cuatro esquinas, dando a Tampa una ventaja parcial de 3-0. A pesar de esos golpes, Buehler mantuvo la compostura, se estabilizó y completó seis entradas con apenas tres carreras permitidas. Fue una actuación de carácter, que mantuvo a los Medias Rojas con vida.
Mientras tanto, Taj Bradley, abridor de los Rays, lucía dominante. Durante seis entradas limitó los bates de Boston y parecía tener el juego bajo control. Pero todo cambió radicalmente en el séptimo inning.
Con el marcador 3-1, el relevo de Tampa entró en acción y los Medias Rojas vieron su oportunidad de oro. Todo comenzó con un boleto negociado por Trevor Story, quien de inmediato mostró su agresividad robando la segunda base, encendiendo a la fanaticada. Luego, Romy González también recibió base por bolas, colocando corredores en primera y segunda sin outs.
Fue entonces cuando Marcelo Mayer, el joven torpedero considerado una de las joyas del sistema de Boston, conectó un doblete que envió a Story al plato, reduciendo la desventaja a una sola carrera. Con hombres en posición de anotar, el escenario estaba preparado para un héroe. Y ese héroe fue Ceddanne Rafaela.
Con nervios de acero y mirada decidida, Rafaela conectó un sencillo potente al jardín central que remolcó a ambos corredores, dándole la vuelta al marcador y desatando una ovación estruendosa en Fenway. Boston pasaba al frente 4-3, y los Rays no se recuperarían.
Con la ventaja en mano, el bullpen de los Medias Rojas se encargó de protegerla con precisión quirúrgica. Chris Murphy lanzó una séptima entrada impecable, seguido por Garrett Whitlock, quien silenció a los Rays en el octavo.
Finalmente, fue el turno del cerrador estrella: Aroldis Chapman. El veterano cubano, conocido por su recta incandescente, entró al noveno inning con mirada asesina. Retiró a los tres bateadores que enfrentó, incluyendo dos ponches que hicieron vibrar el estadio, para sellar su salvamento número 16 de la campaña. Fenway Park estalló en júbilo mientras los jugadores se abrazaban con euforia en el terreno.
Con este triunfo, los Medias Rojas elevan su récord a 50-45, consolidándose como serios contendientes por un puesto en la postemporada. Además, redujeron su distancia con los Rays en la tabla divisional del Este de la Liga Americana a tan solo 1.5 juegos. El momento que vive Boston es digno de admiración: siete victorias al hilo y una química de equipo que se fortalece juego tras juego.
Más allá de las estadísticas, hay una sensación en el ambiente que recuerda a aquellas temporadas mágicas. Los bates producen en el momento justo, los lanzadores cumplen con autoridad, y los jóvenes talentos —como Mayer y Rafaela— comienzan a escribir su propia leyenda en una ciudad donde el béisbol se vive con el alma.
Este fue solo el primer juego de una intensa serie de cuatro contra los Rays. Ambos equipos pelean palmo a palmo en una división sumamente competitiva, y cada partido puede tener implicaciones directas para la clasificación. Boston quiere seguir alimentando su impulso antes del Juego de Estrellas, y con este tipo de actuaciones, no hay duda de que están en el camino correcto.