
En un giro abrupto y sin precedentes, el presidente Donald Trump ha decidido dar carpetazo a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), una de las instituciones humanitarias más emblemáticas del mundo, fundada en 1961 por John F. Kennedy. Tras décadas de impulsar programas contra la pobreza, las enfermedades y respaldar procesos democráticos, el cierre se enmarca dentro de una oleada de recortes masivos que culminan en la absorción de lo poco que quedaba de la agencia en el Departamento de Estado, bajo la sombrilla de un plan conocido como “America First”.
Según Marco Rubio, el secretario de Estado interino, gran parte del personal y los programas de USAID fueron etiquetados como arquitectura burocrática innecesaria. Solo alrededor del 20 % de las operaciones sobrevivirá, con unos pocos cientos de empleados frente a los más de 13,000 que trabajaban dentro y fuera de EE. UU. Esta eliminación acelerada ha dejado a miles de colaboradores sin trabajo y ha suspendido iniciativas vitales por falta de tiempo o planificación adecuada.
Sin embargo, defensores de la agencia destacan sus logros históricos: entre 2001 y 2021, gracias a proyectos como PEPFAR y la lucha contra malaria y VIH/SIDA, USAID contribuyó a salvar aproximadamente 91 millones de vidas Un estudio del Lancet alerta que estos recortes podrían desencadenar hasta 14 millones de muertes adicionales en los próximos años, incluyendo más de 4 millones de niños menores de cinco años.
El golpe también ya se ha sentido sobre el terreno: en países como Sudán, Mozambique y Yemen, proyectos esenciales quedarán paralizados, con hospitales cerrando, programas de nutrición interrumpidos y programas de emergencia suspendidos. La Unión Europea reconoce que no puede llenar el vacío que deja Estados Unidos, y advierte que esto profundiza las crisis humanitarias en Oriente Medio, el África subsahariana y otros territorios.
Las críticas a la medida han sido contundentes. Barack Obama la calificó de “error colosal” y George W. Bush la tildó de “desastre humanitario”, mientras organizaciones internacionales como la Asociación de Servicio Exterior de EE. UU. han llevado el asunto a tribunales, señalando que la clausura se realizó sin la aprobación del Congreso.
Me parece bien que se hable de este tema, pero a veces siento que no se le da la importancia que merece. Necesitamos más acciones concretas y menos palabras.