
28 DE JUNIO-Las tensiones en #MedioOriente vuelven a subir tras las declaraciones de Rafael Grossi, director del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), quien advirtió que Irán tiene la capacidad de enriquecer uranio en cuestión de meses, pese a los recientes ataques militares de Estados Unidos. Esto contradice directamente la versión de Donald Trump, quien había asegurado que las instalaciones nucleares iraníes fueron «completamente destruidas».
Grossi explicó que, aunque los bombardeos afectaron seriamente las plantas de Fordo, Natanz e Isfahán, la infraestructura tecnológica e industrial iraní no fue totalmente eliminada. Según el OIEA, si Irán lo decide, podría volver a activar sus centrifugadoras para enriquecer uranio en poco tiempo, lo que reabre la preocupación sobre un posible programa armamentista.

Estos comentarios coinciden con un informe del Pentágono que estima que los ataques solo habrían retrasado el programa nuclear iraní por unos meses. La advertencia ha generado una nueva oleada de tensiones diplomáticas, ya que Donald Trump insiste en que las acciones militares fueron un éxito total y acusa a los medios de restarles mérito.
Irán, por su parte, ha enviado mensajes mixtos sobre el impacto de los ataques. Mientras su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, minimiza los daños, el canciller Abbas Araghchi los califica como «graves y excesivos». A esto se suma la decisión del Parlamento iraní de suspender la cooperación con el OIEA, alegando parcialidad del organismo en favor de Israel y Estados Unidos.
El OIEA, que ya tenía una relación tensa con Irán, ahora enfrenta aún más obstáculos para acceder a la información sobre el programa nuclear. A pesar de ello, Grossi aseguró que buscará mantener el diálogo con Teherán, apostando por una solución diplomática duradera, incluso después de los ataques militares.
El conflicto tiene raíces en el acuerdo nuclear de 2015, del que Trump se retiró en 2018. Desde entonces, Irán ha violado sistemáticamente sus compromisos, llegando a acumular uranio enriquecido al 60%, nivel cercano al necesario para fabricar armas nucleares. Aunque Teherán insiste en que su programa tiene fines civiles, las señales actuales mantienen alerta a la comunidad internacional.
