Usha, esposa de J.D. Vance, y su nueva vida en el Washington de Trump

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Por Elisabeth Bumiller

Usha Vance ha inscrito a sus tres hijos en colegios nuevos, organizado reuniones para jugar y supervisado las adecuaciones para que su casa de 836 metros cuadrados sea segura para niños.

Lleva a los niños al despacho de la segunda dama con vista al Monumento a Washington, asiste a misa con su familia en los suburbios de Virginia y practica senderismo por las veredas boscosas de los alrededores de Washington, acompañada por el Servicio Secreto.

Mantiene una cálida relación con el presidente de Estados Unidos, quien se maravilla de sus credenciales académicas y le dice que es guapa, dijo un alto funcionario del gobierno. También se lleva bien con Melania Trump, la primera dama.

La nueva vida de Usha Vance, esposa de J.D. Vance

Hace menos de un año, Usha Vance, otrora demócrata e hija de migrantes, llevaba una vida radicalmente distinta como abogada litigante de un despacho progresista mientras criaba a sus hijos en Ohio.

Muchos viejos amigos están impactados por su transformación.

Puede que sea la esposa del vicepresidente, dicen, pero debe de estar horrorizada por los ataques del gobierno de Donald Trump al mundo académico, los bufetes de abogados, los jueces, los programas de diversidad y los migrantes.

Otros dicen que disfruta del respiro de su carrera jurídica y el glamour y la influencia de su nuevo cargo. (Usha Vance, quien fue secretaria del presidente de la corte, John Roberts Jr., y una de las principales redactoras del Yale Law Journal, se refirió a sí misma en una reciente aparición pública como “exabogada”).

Siempre apoyó las ambiciones de su esposo, señalan, aunque no necesariamente las compartiera. Personas cercanas al vicepresidente, quien pasó de ser un firme crítico del ahora presidente Trump a ser su compañero de fórmula, sostienen que Usha Vance pasó por un proceso similar, pero menos público, que la fue alejando de la izquierda.

En cualquier caso, dicen sus colegas, es un ejemplo, al menos por ahora, de un movimiento adoptado por la Casa Blanca e impulsado por su esposo que anima a las mujeres a tener más hijos y a celebrar la familia como el eje central de la vida estadounidense.

“Creo que está haciendo un gran trabajo como segunda dama de Estados Unidos”, dijo el vicepresidente J.D. Vance en marzo en Bay City, Michigan, con su esposa de pie detrás de él.

“Y esta es la cuestión: como las cámaras están todas encendidas, cualquier cosa que yo diga, por disparatada que sea, Usha tiene que sonreír y reír y celebrarla”.

¿Influencia sobre el vicepresidente de EE.UU.?

Los críticos en internet tacharon al vicepresidente de sexista. Pero quienes conocen a la pareja dicen que, independientemente de su silencio en público, Vance confía en el consejo de su esposa en privado.

“Su influencia sobre su marido es incalculable”, dijo un alto funcionario del gobierno de Trump, quien ha trabajado con Usha Vance de forma intermitente durante el último año y pidió no ser identificado para poder hablar con libertad.

El funcionario describió a la segunda dama como alguien que tiene opiniones “bien meditadas” sobre el matrimonio, la política y la fe, pero que mantiene un perfil discreto.

Si la segunda dama, de 39 años, no está contenta con todos los aspectos de la Casa Blanca de Trump, sus amigos dicen que nunca lo dejaría entrever.

“Su historia y su formación lo sugieren”, dijo el funcionario del gobierno, “pero está casada con JD y en algún momento tienes que aceptarlo”.

Vida de lujos en la Casa Blanca

Los Vance cuentan con niñeras, pero no tienen una niñera residente, y muchas tardes J.D. Vance se va temprano del ala oeste de la Casa Blanca para cenar con su familia y ayudar a acostar a los niños.

Después vuelve a la Casa Blanca o trabaja desde su despacho en la residencia oficial del vicepresidente.

Los Vance también han llevado a sus tres hijos, que ahora tienen 8, 5 y 3 años, a viajes oficiales internacionales, como a los oficios del Viernes Santo en el Vaticano y a una cena en Nueva Delhi con el primer ministro de India. De ambos eventos salieron videos y fotografías de los niños con sus padres que dieron la vuelta al mundo.

“Es una especie de icono de las ventajas de la maternidad conyugal en los Estados Unidos de hoy”, dijo Brad Wilcox, sociólogo y miembro del Instituto de Estudios sobre la Familia, refiriéndose a la costumbre de los Vance de llevar a sus hijos a eventos formales para adultos.

Wilcox ha mantenido conversaciones con J.D. Vance durante la última década sobre política familiar y ahora está en contacto con la Casa Blanca sobre el tema.

La propia Usha Vance ha dicho poco públicamente.

Este año concedió una larga entrevista a The Free Press, el sitio de noticias y opinión de la periodista Bari Weiss, que la proclamó “la persona más impresionante en el cargo desde Abigail Adams”, y el miércoles dijo a Meghan McCain en una entrevista para su programa de YouTube que “no estaba planeando los próximos pasos” como posible primera dama.

“En un mundo ideal, al final podré vivir en mi casa y continuar con mi carrera y todo ese tipo de cosas”, dijo.

¿Hermetismo alrededor de los Vance?

Usha Vance declinó ser entrevistada para este artículo, al igual que un gran número de familiares, amigos y colegas. Más de una decena de quienes ofrecieron sus puntos de vista lo hicieron bajo condición de anonimato por temor a enfadarla.

Fue apenas recientemente que ella se aventuró por su cuenta y ofreció una pequeña muestra de sí misma y del propósito que ve en su nuevo papel.

El 1 de junio, anunció en X el “Reto de Lectura de Verano 2025 de la segunda dama” para niños, motivada por su opinión de que la lectura es un antídoto contra las distracciones modernas, incluidas las suyas.

“Seré sincera: miro el teléfono con demasiada frecuencia”, dijo Usha Vance en un foro de colaboración entre Estados Unidos e India realizado este mes en Washington.

“Yo, como abogada, estaba constantemente recibiendo correos electrónicos, respondiendo constantemente, siendo rápida. Y estar al tanto de lo que ocurría en cada momento era una ventaja.

Pero cambia tu forma de pensar. Y por eso yo misma me he estado retando a leer cosas cada vez más desafiantes, cada vez más largas, a veces cada vez más aburridas, en un intento de recuperar realmente esa parte de mí misma”.

Habló con soltura y autoridad ante una multitud embelesada en el salón de baile presidencial del antiguo Trump International Hotel, ahora el Waldorf Astoria.

Con un vaporoso traje pantalón blanco y el pelo canoso, presentaba un notorio contraste con las mujeres del gobierno de Trump, con sus peinados y con vestidos ajustados.

Usha Vance acaba de terminar Sword of Honor, la trilogía de novelas de Evelyn Waugh basadas en sus experiencias como oficial del ejército en la Segunda Guerra Mundial, según su cuenta en el sitio web Goodreads.

Actualmente está leyendo Fortuna, de Hernán Díaz, una intrincada novela sobre un reservado financiero neoyorquino y su esposa.

Durante la campaña presidencial de 2024, fue vista en varias ocasiones con la célebre traducción de 848 páginas de la Ilíada de la académica Emily Wilson.

El reto de lectura, dijo en el foro, es un “pequeño componente de un proyecto mayor para seguir ampliando el acceso a la alfabetización”.

Su objetivo “es poner en marcha pequeñas cosas poco a poco y ver cuáles funcionan y cuáles no, y luego intentar ampliar las que funcionan. Como antigua abogada, me aburro mucho si no tengo proyectos”.

Un bálsamo fresco para un temperamento fuerte

Desde el principio, cuando se conocieron en la Facultad de Derecho de Yale, Usha Vance ha sido la guía de su esposo hacia la élite y un bálsamo fresco para su temperamento fuerte. Un amigo de la pareja dijo que él no sería vicepresidente sin ella.

“Soy uno de esos tipos a los que les viene muy bien tener una especie de voz femenina poderosa sobre su hombro izquierdo que le diga: ‘No hagas eso, haz aquello’”, dijo JD Vance a Megyn Kelly en 2020.

Durante mucho tiempo fue su abuela, Mamaw. “Ahora es Usha”, dijo.

Hija de una familia de migrantes

A diferencia de J.D. Vance, cuyas raíces se remontan a una familia disfuncional de la clase baja blanca, plasmadas en su exitoso libro de memorias Hillbilly, una elegía rural, Usha Vance es la mayor de dos hijas de unos destacados migrantes indios, Krish y Lakshmi Chilukuri, ambos brahmanes del estado de Andhra Pradesh, en el sur de la India.

Llegaron a California a principios de la década de 1980 con una oleada de ingenieros, médicos y científicos indios de habla inglesa que buscaban oportunidades en Estados Unidos.

Los Chilukuri se establecieron en Rancho Peñasquitos, un barrio planificado de San Diego con casas de estilo misión española, donde su hogar vale hoy 1.4 millones de dólares.

El padre de Usha Vance, Krish, trabajó 30 años como ingeniero aeroespacial en United Technologies y Collins Aerospace, y ahora es profesor en la Universidad Estatal de San Diego.

Lakshmi, su madre, es bióloga molecular y rectora del Sixth College, una escuela de pregrado de la Universidad de California en San Diego.

En una carta en la que daba la bienvenida a los estudiantes que volvían al campus después de la epidemia de covid, Lakshmi Chilukuri escribió que “al entrar en el nuevo curso académico, con la pandemia todavía no del todo en el retrovisor, con cuestiones de equidad y racismo sistémico, racismo contra los negros y contra los asiáticos aún sin resolver, tenemos ante nosotros tanto una oportunidad como una responsabilidad”.

Sus padres, dijo Usha Vance a Fox News, “llenaron nuestra casa de libros. Mi papá pasó por una fase en la que intentaba leer a todos los premios Nobel”.

Estudios

La segunda dama se abrió camino en la preparatoria local Mount Carmel, en el Yale College, con una beca de enseñanza en China y después una prestigiosa beca de la Fundación Gates en la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido.

Allí estudió el desarrollo de la legislación sobre derechos de autor en la Inglaterra del siglo XVII, y escribió en el anuario de becarios Gates que sus intereses eran “explorar barrios urbanos, cocinar y los mercados verdes, dar largos paseos, y estresarme por la facultad de derecho”.

Independientemente de las preocupaciones que pudiera tener, sus amigos la describen como una imagen de confianza en sí misma cuando regresó a Yale en 2010 para empezar la carrera de derecho.

Pronto ella y JD Vance fueron asignados como compañeros en una importante tarea de redacción. Él se quedó asombrado.

“Parecía una especie de anomalía genética, una combinación de todas las cualidades positivas que debe tener un ser humano: brillante, trabajadora, alta y hermosa”, escribió en un pasaje muy citado de Hillbilly, una elegía rural.

La relación con J.D. Vance

Al principio, el sentimiento no era mutuo. “Creo que es justo decir que JD era una especie de acelerador en la relación y yo era un poco el freno”, dijo ella a la multitud en el foro Estados Unidos-India de este mes. “Porque yo estaba un poco centrada en la parte académica”.

Los dos ya eran pareja en su segundo año en la facultad de derecho, cuando viajaron a Washington para entrevistarse con bufetes de abogados.

En un episodio de sus memorias, J.D. Vance contó que una noche regresó abatido a su habitación de hotel tras sentir que le había ido mal con uno de sus despachos favoritos.

Usha Vance intentó consolarlo, escribió, pero él explotó y salió furioso a las calles del centro de Washington. Ella lo persiguió.

“Me dijo tranquilamente entre lágrimas que nunca era aceptable huir, que estaba preocupada y que tenía que aprender a hablarle”, escribió el vicepresidente.

Se casaron en 2014 en una boda al aire libre en Kentucky, cerca de la ciudad natal de Vance, y pasaron la siguiente década cruzando el país mientras sus trabajos los trasladaban de la Costa Este a la Costa Oeste y de nuevo al Medio Oeste.

Durante ese camino, Usha Vance dio a luz a Ewan en 2017, a Vivek en 2020 y a Mirabel en 2021.

Carrera profesional previa

Usha Vance fue secretaria del juez Brett Kavanaugh en el Tribunal de Apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia y de Roberts, y trabajó para el bufete de abogados Munger, Tolles & Olson en San Francisco y Washington.

J.D. Vance se convirtió en socio de un fondo de capital riesgo cofundado por Peter Thiel, el multimillonario de Silicon Valley y gran partidario de Trump.

En 2017, después de que Hillbilly, una elegía rural se convirtiera en una aclamada explicación de la clase trabajadora de Trump a la élite, la pareja se trasladó a Cincinnati, donde Usha Vance trabajó a distancia para Munger.

La pareja compró una gran casa victoriana de 1,4 millones de dólares en East Walnut Hills, un barrio de tendencia liberal.

Usha Vance se incorporó al consejo de la Orquesta Sinfónica de Cincinnati y puso notas adheribles en las botellas de vino para recordar a su marido cuáles eran las buenas para usarse cuando tenían invitados.

Una audiencia crucial

Un momento crucial para Usha Vance se produjo en 2018, cuando Christine Blasey Ford acusó al juez Kavanaugh, entonces candidato a la Corte Suprema, de haberla agredido sexualmente en una fiesta de la preparatoria casi 40 años atrás.

El juez Kavanaugh negó la acusación y fue confirmado por un margen estrecho, pero sus amigos dicen que Usha Vance estaba indignada por los ataques demócratas a un hombre al que admiraba.

“Mi esposa trabajaba para Kavanaugh, le encantaba el tipo. Un poco bobo”, dijo Vance al columnista de The New York Times Ross Douthat el año pasado.

“Nunca creí esas historias”.

Detrás de las políticas antimigrantes

Ese mismo año, JD Vance acudió a una cena de la Business Roundtable, un grupo de altos ejecutivos estadounidenses.

Se sentó junto al director de una cadena hotelera, quien se quejó, según el vicepresidente, de que la represión de Trump en la frontera había cortado el flujo de migrantes con salarios bajos, obligándolo a contratar a trabajadores estadounidenses a precios más altos.

Un amigo dijo que la pareja estaba consternada por sus quejas.

“Una de las cosas realmente desquiciantes que creo que la inmigración ilegal hace a nuestra sociedad es fomentar la mentalidad de que solo podemos construir casas con migrantes ilegales, cuando tenemos siete millones —solo hombres, ni siquiera mujeres, solo hombres— que han abandonado por completo la fuerza laboral”, dijo JD Vance a Lulu Garcia-Navarro del Times en 2024, al recordar su encuentro con el ejecutivo de la cadena hotelera.

Los estadounidenses harán esos trabajos, dijo, pero no por “salarios por debajo de la mesa”.

Mancuerna Vance-Trump

Otro momento crucial se produjo en noviembre de 2020, cuando, según sus amigos, los Vance se sintieron dolidos por la reacción mayoritariamente negativa a la versión cinematográfica de Hillbilly, una elegía rural.

Para entonces, el libro había perdido parte de su brillo a medida que crecían las críticas de que era un vehículo para impulsar la carrera política de JD Vance.

Menos de un año después, anunció su postulación al Senado por Ohio.

Aunque J.D. Vance había calificado públicamente a Trump de “reprobable” y de “heroína cultural”, y en privado se refería a él como “el Hitler de Estados Unidos”, empezó a suavizar su postura en 2018 y en 2020 había apoyado a Trump para presidente.

A su vez, Vance ganó la contienda al Senado en 2022 con un respaldo crucial de Trump.

Cuando Vance se convirtió en el compañero de fórmula de Trump en el verano de 2024, Usha Vance dejó su trabajo en Munger y se lanzó a la campaña vicepresidencial.

Ella y sus hijos lo acompañaban con frecuencia, y sus colegas dicen que fue una pieza clave en los preparativos de su debate con el gobernador Tim Walz, de Minnesota.

Convertirse en “segunda dama”

DJ Vance ha hablado de lo mucho que su esposa, que es hindú, apoyó su conversión al catolicismo.

“Ella creía que considerar la cuestión de convertirse y bautizarse y hacerse cristiano, pensaba que eran buenas para mí, en una especie de acción buena para tu alma”, dijo Vance en la entrevista con Garcia-Navarro. “Y no creo que nunca lo hubiera hecho sin su apoyo”.

También ha hablado de cómo ella abraza sus políticas profamilia.

Después de que J.D. Vance denigrara infamemente a las “señoras con gatos y sin hijos”, dijo a Garcia-Navarro que el comentario “en realidad distrajo —mi esposa lo señaló— distrajo del punto central de lo que yo estaba diciendo, que es que hay algo muy antifamilia y muy antiniños que se ha colado en la sociedad estadounidense. Y lo ves, creo, si llevas a tu hijo en un avión. Lo ves si llevas a tu hijo a un restaurante y la gente resopla contra ti. Lo ves en algunas de nuestras políticas”.

Mantiene distancia de la polémica agenda pública de su esposo, J.D. Vance

Usha Vance se ha mantenido en gran medida al margen de la polémica sobre la agenda política del gobierno, aunque su esposo continúa siendo una figura polarizadora.

En un momento dado, él defendió a un partido de extrema derecha en Alemania y, en otro, pidió con éxito la reincorporación de un ayudante de Elon Musk que había dimitido tras la revelación de publicaciones racistas que había hecho en X.

La única excepción para Usha Vance fue en marzo, cuando planeó un viaje para ver una carrera nacional de trineos tirados por perros en Groenlandia, que Trump ha dicho que quiere arrebatar a Dinamarca.

Usha Vance grabó un alegre video antes del viaje, pero finalmente se redujo a una breve parada con su esposo en una base militar estadounidense tras las fuertes objeciones de los groenlandeses.

En los próximos meses, Usha Vance afirma que seguirá desarrollando proyectos de segunda dama. Por ahora, sigue llevando a sus hijos a su despacho en el edificio de oficinas ejecutivas Eisenhower, el que tiene vista al Monumento a Washington.

Continuará con actos como el “Campamento VPR” —de residencia del vicepresidente, por su sigla en inglés— que celebró este mes para 200 niños en algunos de los casi 300 mil metros cuadrados que rodean su casa. Está empezando a involucrarse en los Juegos Olímpicos Especiales.

“Si el proyecto va a ocupar todo mi tiempo, es maravilloso”, dijo en el foro Estados Unidos-India. “Y si no, pues añadiremos algo más”.