
12 DE JUNIO- Los #disturbiosracistas que estallaron en Irlanda del Norte han desatado una grave #crisissocial y de seguridad en la localidad de Ballymena. Todo comenzó con un presunto caso de violación en el que dos adolescentes rumanos fueron arrestados, pero la situación rápidamente escaló cuando grupos comenzaron a usar el caso como pretexto para atacar a personas de origen extranjero. En #redessociales se convocó a protestas «pacíficas», pero terminaron en violencia.
A partir del lunes por la noche, se han registrado enfrentamientos constantes entre jóvenes enmascarados y la policía. Las autoridades han sido atacadas con piedras, fuegos artificiales y hasta cocteles molotov. Pero lo más alarmante es que, además de agredir a los oficiales, estos grupos han destruido viviendas, negocios y propiedades de inmigrantes, dejando un mensaje claro de odio racial.

Vecinos extranjeros, como Mika Kolev, han declarado estar aterrados por lo que ocurre. Ella y su familia fueron blanco directo de los disturbios y ahora teme por la vida de sus hijos. “Mi hija nació aquí, pero ahora siento que este ya no es mi país”, expresó entre lágrimas. Otros residentes han denunciado que sus casas fueron marcadas con carteles que indican su nacionalidad, como si eso los convirtiera en objetivos.
Las grabaciones que circulan en redes muestran a los manifestantes gritando frases como “si son de aquí, tienen que salir” y arrojando objetos a viviendas ocupadas. Esto ha sido calificado por las autoridades como “matonismo racista”, y ha sido fuertemente condenado por el primer ministro británico, Keir Starmer, quien pidió que se permita a la policía investigar sin distracciones violentas.

Aunque algunos políticos locales intentan justificar los disturbios racistas como una reacción al “cambio demográfico” de Ballymena, los datos no respaldan esa teoría. Solo el 3.4% de la población de Irlanda del Norte pertenece a minorías étnicas, el porcentaje más bajo de todo Reino Unido. A pesar de eso, la violencia no ha cesado y ya se ha extendido a otras localidades cercanas como Larne, Carrickfergus y Newtownabbey.
Ante la gravedad de la situación, las autoridades de Irlanda del Norte han solicitado refuerzos y Escocia ya respondió enviando agentes. Más de 30 policías han resultado heridos, y se pide a los padres que vigilen a sus hijos, ya que los jóvenes están siendo los principales protagonistas de esta ola de agresiones. Por ahora, la paz en esta región tan marcada por el conflicto histórico, vuelve a estar en juego.
