
En México, 3.3 millones de personas mayores de 65 años continúan trabajando, pese a que por ley ya podrían jubilarse, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
La proporción no disminuyó en los últimos años, ni siquiera con la ampliación de programas sociales como la Pensión del Bienestar.
El 13% de la población ocupada en el país es mayor de 60 años y cerca del 5.6% tiene más de 65, una proporción incluso mayor a la registrada en 2018, cuando Andrés Manuel López Obrador inició su mandato.
A pesar de los apoyos gubernamentales, el envejecimiento poblacional y las pensiones que no alcanzan son factores que obligan a muchas personas a seguir generando ingresos más allá de su retiro.
Más adultos mayores que jóvenes trabajando
Datos oficiales evidencian que hoy hay más adultos mayores de 60 años trabajando que jóvenes de entre 15 y 19 años. La mayoría de estos ocupados mayores (60%) se desempeña en el sector terciario, como comercio o servicios. Sin embargo, 26% se dedica al sector primario —como la agricultura— en el que representan 14% de la fuerza laboral total.
Más de la mitad de los trabajadores mayores de 60 años gana apenas hasta un salario mínimo (8,364 pesos al mes), cifra superior al promedio nacional, donde el 40% de los trabajadores se encuentra en ese rango. Solo el 0.89% de ellos obtiene más de cinco salarios mínimos.
Frente a este panorama, la consultora de talento Robert Walters destaca que muchas personas jubiladas buscan reintegrarse al mercado laboral por presión económica, fondos de pensión insuficientes y, en menor medida, por deseo de seguir activos.
Los sectores más receptivos con esta población son consultoría, educación, manufactura, atención al cliente, áreas administrativas y financieras, así como gestión de proyectos. Muchas veces los jubilados aportan experiencia y habilidades únicas en supervisión, análisis o coordinación de equipos.
Además, existen empresas que, al adoptar políticas inclusivas hacia las personas adultas mayores, pueden acceder a diversos beneficios. Entre ellos destaca la mentoría intergeneracional, un esquema en el que los trabajadores con mayor experiencia comparten sus conocimientos con generaciones más jóvenes, fortaleciendo el aprendizaje colectivo.
También se encuentran opciones como la flexibilidad laboral, que incluye horarios reducidos o funciones a distancia, permitiendo una mejor adaptación.
Finalmente, la inclusión generacional promueve entornos laborales físicamente accesibles y culturalmente sensibles, en los que personas de todas las edades puedan desarrollarse y colaborar en igualdad.
Está bien que los adultos mayores sigan activos, eso les da energía y les ayuda a sentirse útiles. Pero también es triste que muchos tengan que trabajar porque sus pensiones no les alcanzan. Deberíamos cuidar más a nuestros mayores y asegurarles una vida digna.
Es genial ver que los adultos mayores se mantienen activos y no dependen solo de su pensión. Eso demuestra que tienen mucho que ofrecer y que quieren seguir contribuyendo a la sociedad. Sin embargo, también es triste pensar que muchos tienen que trabajar porque las pensiones no son suficientes para vivir dignamente.
Es genial ver que los adultos mayores siguen activos y no se quedan solo en casa, pero también es un poco triste que tengan que hacerlo porque las pensiones no son suficientes. Deberíamos valorar más su experiencia y asegurarnos de que puedan disfrutar de su retiro sin preocupaciones.