
DEIR AL-BALAH, Franja de Gaza.— Los palestinos en la devastada Franja de Gaza celebraron ayer el inicio de una de las festividades más importantes del Islam con oraciones al aire libre frente a mezquitas y hogares destruidos y con pocas esperanzas de que la guerra con Israel termine pronto.
Mientras gran parte del territorio está en ruinas, los hombres, mujeres y niños se vieron obligados a realizar las tradicionales oraciones del Eid al-Adha —también llamada Fiesta del Sacrificio— al aire libre y, con el suministro de alimentos cada vez más escaso, las familias tuvieron que arreglárselas con lo que pudieron reunir para la festividad de tres días de duración.
“Esta es la peor fiesta que ha vivido el pueblo palestino debido a la injusta guerra contra el pueblo palestino”, señaló Kamel Emran después de asistir al rezo en la ciudad de Jan Yunis, en el sur del sitiado enclave. “No hay comida, no hay harina, no hay refugio, no hay mezquitas, no hay hogares, no hay colchones… Las condiciones son muy, muy duras”.
La festividad islámica comienza el 10o. día del mes lunar islámico de “Dhul-Hijja”, durante el “hach” en Arabia Saudí.
Por segundo año, los musulmanes de Gaza no pudieron viajar al país para realizar la tradicional peregrinación.
En la Ciudad de Gaza ayer, Sanaa Al-Ghola, una mujer desplazada de Shejaiyah, se encontraba entre los escombros de un cementerio muy dañado cerca de una mezquita parcialmente colapsada. Fue a rezar por su hijo, Mohamed al-Ghoul, quien, dijo, murió en un bombardeo el mes pasado después de ir a la casa de su abuelo a buscar harina. Su padre resultó herido en el ataque.
“Perdimos nuestro hogar, dinero y todo”, dijo, llorando con la foto de su hijo en la mano. “No hay más Eid luego de que te fuiste, hijo mío”.
Es impactante ver cómo, a pesar de todo lo que han perdido, la gente sigue buscando la manera de celebrar y mantener su fe. Sin embargo, es triste que en medio de la destrucción y el sufrimiento, la celebración se convierta en un recordatorio de lo que les falta, en lugar de ser un momento de alegría.
Es triste ver cómo la gente celebra en medio de la destrucción. Aunque es admirable que mantengan su fe y tradiciones, la situación es realmente dolorosa y refleja un sufrimiento que no debería existir. Es un llamado a la humanidad para que se busque una solución y se termine con este ciclo de violencia.
Es triste ver cómo la gente celebra en medio de la destrucción. Aunque intentan mantener su fe y tradiciones, la realidad es dura y dolorosa. Debería haber más apoyo y menos conflictos para que puedan vivir en paz y con dignidad.