
El asunto de la belleza y el cuidado personal ha sido importante desde el principio de la humanidad. Cada civilización se preocupó por los cuidados del cabello y la piel desde tiempos muy antiguos. Los salones de belleza y las peluquerías llegaron a México en el siglo XX, gracias a las tradiciones europeas y norteamericanas. Veremos la historia de las estéticas más viejas de la CDMX.

La costumbre de los cuidados del cabello y la piel comienza en el antiguo Egipto, aunque los griegos fueron los primeros en tener salones especializados en la cosmetología y los cuidados del cabello. Las culturas prehispánicas también se ocupaban de la belleza personal con la aplicación de minerales naturales y plantas como el nopal, el cacao o la miel y sus peinados tenían un carácter ceremonial y social.

Antes los cortes de cabello y otras labores estéticas eran asuntos caseros. Pero llegó el tiempo en que los especialistas y los lugares dedicados a este tipo de cuidados fueron necesarios. Así llegaron las primeras estéticas, peluquerías y salones de belleza a las principales ciudades de nuestro país.
El primer salón de belleza mexicano
Las modernas amas de casa del siglo XX necesitaban que algún experto se encargara de los cuidados de su belleza personal, sobre todo cuando se trataba de asistir a un evento social importante.
Así, el primer salón de belleza de la CDMX abrió sus puertas en 1919 y estaba ubicado en los locales de la antigua casa de la familia Escandón, del Centro Histórico de la Ciudad de México, en la esquina de las que hoy son el Eje Central Lázaro Cárdenas y Francisco I. Madero, justo frente a la Casa de los Azulejos.

Este era el salón “Marinella”, con el que llegaba a México la tradición de los beauty parlors norteamericanos y estaba a cargo de Mayra Farfán, que estudió en Estados Unidos los métodos de belleza del método Harper, desarrollado por Matilde Harper, gran precursora de los cuidados y las diferentes técnicas de belleza de la época.
Con la apertura de este salón dedicado a los cuidados del cabello, el cutis y la manicura, con las técnicas más actuales a cargo de especialistas, poco a poco se abrieron más salones de belleza en la capital y en las principales ciudades del país. La casa de los Escandón desapareció en 1938 y en su lugar se construyó el Anexo Guardiola del Banco de México, pero la tradición de estas estéticas llegó para quedarse en la CDMX y todo el país.

Entre otros de los salones de belleza más famosos, ya en la década de 1930 estaban el Salón María Antonieta, en Avenida Jalisco y el Salón Ideal, ubicado en la calle Dolores del Centro Histórico, dedicados a los cuidados de las damas de sociedad.
Las peluquería más vieja de la CDMX
Más tarde llegarían los locales especializados en la estética masculina. Aunque los peluqueros existían desde la época colonial y por lo general se encontraban en lugares públicos como mercados y otros lugares concurridos. También había peluqueros callejeros que ofrecían una “vista de paisaje” para los clientes, con la vista de algún parque mientras hacían el corte de cabello.

Los primeros peluqueros también se dedicaban a sacar muelas, hacer sangrías y hasta a acomodar huesos. Pero entre las estéticas para caballeros de la CDMX, tal como hoy las conocemos, la más antigua de la que se tiene registro es la peluquería New York, que sigue abierta después de más de 90 años, fundada en 1930, en el número 73 de la calle de Cuba del Centro Histórico.

Este lugar dedicado a los cortes de cabello y a afeitar la barba con navaja y espuma caliente recibió a personajes importantes del país como el presidente Miguel Alemán Valdés. Hoy es un lugar histórico, con sillones de piel que datan de 1910. Otra de las primeras estéticas masculinas es el Salón Gran Maxell, que abrió al público en 1963, en Paseo de la Reforma.
La tradición de las estéticas
Hoy encontramos salones de belleza, peluquerías y barberías en cualquier barrio de la ciudad. Desde sus inicios se volvieron un punto de encuentro social para compartir noticias, opiniones y hasta los chismes casuales de la semana. En los años 60 se crearon las estéticas unisex, gracias a la revolución juvenil de la época.

Los salones de belleza son lugares sofisticados que implementan las técnicas más avanzadas y en las peluquerías continúa la tradición de platicar a gusto con el peluquero. Sus locales se distinguen desde hace mucho tiempo por los famosos postes de barbero azules, blancos y rojos.

Según dicen, estos cilindros representan la sangre y los vendajes del antiguo oficio, ya que los barberos de la antigüedad colocaban en su lugar de trabajo un palo con vendas limpias y otro con las que habían utilizado para alguna cuestión médica. Los franceses añadieron el color azul en honor a su bandera y estos cilindros se hicieron populares por el mundo.
Así es la historia de las estéticas formales de la CDMX. Una sesión en el salón de belleza de vez en cuando o una visita al peluquero son relajantes y necesarias. No hay nada mejor que quedar en las manos de los expertos.